-Alejandra Roskin, 7.93, felicitaciones ha promovido Ud. con las mas altas calificaciones del curso. El aula magna de la universidad estalló en aplausos, aquella chica, con sus casi ocho, había revolucionado la carrera. Los profesores y empleados comentaban que había que irse muy atrás en el tiempo para encontrar una nota igual. Ella radiante repartía besos y abrazos a familia, amigos y desconocidos. Como habían convenido de antemano, al finalizar el acto, todo el grupo de alumnos se juntó en un aula del primer piso para salir juntos a festejar. Media hora más tarde, Alejandra entraba a su casa, su rostro denotaba una tristeza imposible de disimular.
-Nena, pensamos que te ibas con tus compañeros, por eso nos vinimos sin esperarte.
-Si mamá, eso pensaba, pero la verdad es que no me siento muy bien, quizás los nervios, así que decidí volverme. Voy a recostarme un rato. Lo que la madre de Alejandra no podía imaginarse, o sí, fue la escena en la esquina de la universidad, donde en medio de una gran algarabía iban todos subiendo a los distintos coches, tratando que ella entrara en otro. Diciendo en tono de broma, pero que a Alejandra le parecían dardos envenenados, que sus autos no estaban preparados para sus ciento cuarenta y cinco kilos.
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