La Bella Durmiente cierra los ojos pero no duerme. Está esperando al príncipe. Y cuando lo oye acercarse, simula un sueño todavía más profundo. Nadie se lo ha dicho, pero ella lo sabe. Sabe que ningún príncipe pasa junto a una mujer que tenga los ojos bien abiertos. Por eso, finge, y, con el firme propósito de que él, pueda aproximarse a conquistarla para toda la vida. En él tiene toda su esperanza. Él hace promesas que nadie jamás hizo. No estará dispuesta a mirar más allá de otra oportunidad, porque está extenuada de tantos farsantes. Después de un largo tiempo de espera, considera que él es el hombre de su vida. ¿Otro? ¡Eso nunca!, porque nadie es como su héroe; ya eligió y punto. Y qué le importa los defectos de aquel sujeto: sólo tiene virtudes para ella. Y si el mundo se opusiera a su príncipe, por él estaría dispuesta a todo, en la guerra, en la paz, en el hambre, en el sufrimiento. Vive sumida en la ilusión, no ha mirado más allá de la realidad, está cegada. Y Su Alteza precisamente desea eso. Que esté bien dormida en ideales, utopías, principios y valores, para ir en su conquista, la quiere virgen. La joven, llena de ilusiones, cierra sus ojos, para que sea más fácil enamorarla, ignorando que, además, de un profundo yacer, él la quiere dócil, manipulable y sumisa para sus propósitos. Se acerca, la besa y ella lo mira feliz. Seguidamente, con galantería, le promete villas y castillos. La Bella le cree, y perpleja deja todo en sus manos, por las promesas nunca antes oídas. Confiada le cede todo el poder de su delfinado, propiedades y riquezas, dejándose envolver por sus palabras de héroe y libertador. Pasa el tiempo y todo cambia. Él fue dando poder a sus amigos y familiares en aquella región, entregó riquezas a otros reyes a cambio de pleitesías y adulaciones. Nadie más tenía derecho a opinar, pues, ahora tenía el poder total en sus manos. Preocupada por eso, le pidió explicaciones a su amado, y él solo le respondió, que debería someterse a sus designios o la sacaría del principado. Cuando ella le manifestó –yo confié en ti- sólo la insultó y la mandó a su dormitorio para siempre. Y hasta ahora dormita, al norte de América del Sur, en una habitación lúgubre de ideales, pensamientos, utopías, y no puede opinar, pues, podría ser castigada severamente. Y seguirá así, hasta que despierte de verdad, y enfrente a aquel déspota mentiroso, dice la leyenda…
6 comentarios:
lastima que Chavez ni Castro no saben leer...
Que bien les hubiese servido entender lo que
realmente son...
Triste realidad que hoy nos toca vivir en nuestra América del Sur; realidad que creíamos superada, pero que lamentablemente vuelve de las manos de dictatorzuelos de pacotilla disfrazados de falsos príncipes. Al igual que La Bella Durmiente quizás alguna vez la América despertará de su profundo letargo.
Ustedes dicen que Chavez es dictador, pero en Venezuela los medios escriben, hacen comentarios y analisis de noticias del gobierno y no estan presos. Por el aeropuerto la gente entra y sale y nadie detiene a ningun venezolano; como dicen ustedes que en Venezuela hay dictadura. Ustedes critican y dicen que Chjavez no sabe leer, yo pienso que son ustedes los que no saben leer. Los que viven con la bella durmiente son ustedes, viven dentro de una utopia, depierten, no sigan soñando
Lamentable tu comentario. Espero que realmente no sea tarde cuando despiertes.
No esperé que mi escrito generara ésta situación. Solo les digo que está referido a cualquier país. No va dirigido a ninguno es específico.
a muchos de nosotros que nacimos y crecimos en latinoamerica el texto nos toca muy adentro, amen de eso se lo puede trasladar a la situacion de cualquier pais. bien muy buen analogismo. felicitaciones.
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