(la consigna, observando la imagen, describir los cinco sentidos)
Gusto:
Café humeante, con un poco de leche, sin azúcar ni sacarina: así es como me gusta, el café con gusto a café.
Cada sorbo me resulta más rico y sabroso que el anterior y un poco menos que el siguiente.
Vista:
Veo la taza de café y solo con mirarlo adelanto de lo que será: ya me dispongo a saborearlo.
Tacto:
Al agregarle agua, si es un líquido, entonces ¿como tocarlo? Mas antes de la mezcla pongo entre mis dedos un poco de polvo, juego con el…ya empiezo a sentirlo.
Olfato:
Olerlo no puedo, pero si puedo recordar su olor y me viene a la memoria cuando pasaba frente a un local de Bonafide (o entraba en él)… todo allí era olor, olor, olor a…
Oído:
Me resuena el grito cantado del vendedor ambulante en la playa de Mar del Plata con la musiquita característica de su tonada que atraía a los clientes “Café caliente, café caliente, café…café, café, café.” Ese sonido esta incluido en la memoria de los días felices, inocentes, sin problemas ni preocupaciones de las inolvidables vacaciones de mi adolescencia.
Más de una vez dije en forma irónica que podrá llegar el día en que de mis venas salga sangre y café.
Si, soy cafetera. Saboreo el café cuando lo bebo sola ya tanto mas hermoso es sentarme en una cafetería junto a una amiga, café por medio, relajarnos y charlar de todo lo que nos hace sentir bien, felices y mas que nada, amigas.
Por eso el café también es par mi un símbolo de amistad.
Muchas veces el café humeante llega a enfriarse sin que nos demos cuenta del tiempo que pasó y los temas de conversación no se han gastado.
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