miércoles, 6 de junio de 2012

Pueblo chico infierno grande Luis Goren


A don Borja le gustaba montar en bicicleta. Un día mientras circulaba por las calles del pueblo tuvo un accidente a causa de un coche que viajaba a gran velocidad.
          ¿Está Usted bien? ¿como está? ¿Que ha pasado?...llamen a una ambulancia... ---decían quienes se acercaban a él. ¿Como es posible?---decía el panadero del pueblo que salió en su ayuda. ¿A quien se le ocurre ir tan de prisa?---añadió la frutera. No se preocupe... llamaremos a su familia---tranquilizaba la farmacéutica".
          Lo interesante del caso, es que este don Borja, no era uno de los personajes más queridos del pueblo, sino todo lo contrario. Montado en su bicicleta, pedaleaba por todos lados, llevando dimes y diretes, lo que lo convertía, en fuente de información "fidedigna", sobre todo lo que era importante saber       respecto a los habitantes del lugar.
          ¿Que hacían el hijo de fulano con la hija de mengano cuando era casi noche, en la tranquera a la salida del pueblo? Don Borja podía contarlo con lujo de detalles.      
          ¿Hacia donde dirigía sus pasos a las cinco de la mañana la frutera, cuando el marido viajaba con la chatita a traer mercadería fresca de la ciudad vecina? Era cuestión de invitar a don Borja con un vinito, y se recibía toda la información pertinente en el acto.
          ¿Por qué cuando el panadero lo tenía bien caliente al pan, tomaba una varilla larga y corria a lo de la farmacéutica, quien lo esperaba con la cremita preparada por si se había quemado? Era cuestión de conversar cinco minutos con don Borja y Ud. se enteraba de todo.
          Claro que con estos antecedentes, don Borja no era muy apreciado en el pueblo pero lo mismo todos corrieron a ayudarlo, para comprobar la realidad de su estado, y estar atentos para taparle la boca, por si se iba de la lengua. Como diría la farmacéutica, con conocimiento de causa y la aprobación de todos: "mas vale prevenir que curar".

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