martes, 30 de noviembre de 2010

EL CUARTO DISPARO por YAEL LEVIN


¿Qué hice? Murmuro ¿Qué hice?  Digo ¿Qué hice?  Grito.
Reconozco que los golpes fueron realmente duros y dolorosos, je je, todavía me duelen los puños de los golpes que les di, sonrío, mirando mis manos coloradas e hinchadas, pero que potencia esos tres disparos que nos tiré: ¡Impresionante!

Me miro en el espejo: mis cabellos están sucios y despeinados, estoy descalza, visto un camisón blanco desteñido, casi gris, manchado.  Me siento en el primer escalón.  De repente, la dulce Rosita aparece vestida como yo, pero ella está limpita, tan linda la rubia: los cachetes colorados como dos duraznos, esos ojitos azules como el mar ¿porqué me mira así? Me pregunto, triste.  Sus ojos parecen estar fijos en mí, no se mueven, como si viesen un fantasma.  Tiene miedo.  ¡Soy tu mamá, no me tengas miedo! Ahora la tengo acostada sobre mis piernas y le paso mis doloridos dedos por sus dorados y lacios cabellos, le gusta mucho que la mime, no se mueve y me deja  que le acaricie su cuello lastimado, su pecho húmedo.  Margarita nos ve y viene corriendo hacia nuestra dirección, contenta.  ¿Nos pusimos de acuerdo y vestimos las tres iguales? Margarita es la mayor, tiene cinco años, dos más que su hermana, son parecidas, solo que su cabello es negro y rizado.  Margarita, parada, nos abraza a Rosita y a mí: deja caer su cabecita divina sobre mí perforado cráneo, siento un caluroso y espeso líquido correr de su perfecta frente mezclándose con la mía. Pasa una mano tras mi nuca y con la otra toca suavemente a la bebita.  Yo le paso un brazo tras su espalda y así nos quedamos las tres juntas, mientras yo me muevo adelante y atrás, adelante y atrás, como hamacando, como rezando... 
"Hola" escucho su poderosa voz. Aterrorizada, abrazo fuertemente a mis dos florcitas "No temas" me tranquiliza, tratando de llegar a mí "¿sabés que hiciste?" me pregunta muy despacito, yo muevo mi cabeza arriba y abajo, apretando cada vez más a mis dos nenitas queridas "¿Sabes porqué lo hiciste? Levanto mis hombros e inclino mi cabeza sobre el derecho, quedando así.  Mi mirada queda fija en él, entiendo que él me lo dirá "Porque sos loca" me contesta, gritando "Estás totalmente enferma, lo que hiciste no tiene perdón, no hay excusa que lo justifique, no es normal" sigue "¡Tú no eres normal! Me acusa "¡Sos la persona más miserable que vi en toda mi vida, ni lástima te tengo!"
"Que se calle", me deseo mientras me muevo como una serpiente, inquieta "Él sabe demasiado, él lo sabe todo, que se calle, silencio por favor, no puedo pensar" mendigo, moviéndome nerviosamente.
La explosión fue enorme, espectacular: El cristal se rompió en millones de piedritas chiquitas, preciosas, parecían diamantes no pulidos que caían despacito, sin apuro, tomando su tiempo, como gotitas de lluvia que quieren, sin éxito, limpiar el alma y la conciencia, esparciéndose por todo el corredor, brillando, por el resplandor de la luz, en colores del arco iris.
Se calló.  Todo calló.
Silencio. 

LA CULPA por ANA KARINA ARGUELLO

Me había quedado sin laburo hacía un tiempo.
Las cosas con mi jermu en casa estaban mal, ella todo el día gritaba: - Andá a laburar trae guita, no tenemos ni pa darle de comer a lo pibe.
Salía cada mañana a buscar laburo, aunque sea una changuita, en lo que sea, pero volvía  a la noche sin un mango y eso la ponia mas loca a ella. Empecé a darle al escabiopa sanar mis penas.
La cosa se pudrió del todo, el día que la vi a mi jermu bajando del fierro de un chabon. El tipo arranco y se fue enchastrandome toda la pilcha con el barro que salpico cuando arranco.
-Quien es ese tipo? Le pregunte.
Ella me respondió, que ese tipo como yo lo llamo, le estaba dando una mano pa pagar las cuentas y darle un plato de morfi a nuestros hijos.
En un arranque me baje una damajuana de vino tinto, que le afané a Manolo dealmacén.
En pedo me arrastré hasta casa pa terminar con esta vida, sin dignidad que le estaba dando a mi flia.
Ella no estaba, seguramente se había ido con algún tipo a hacer el mango. Desesperado, mientras mis hijos dormían. Agarré la cuchilla y los maté, después me degollé yo. Pa que seguir viviendo, pa que hacer sufrir a lo pibe.
Yo tenía la culpa.

lunes, 29 de noviembre de 2010

DAN UNA PARA CHICOS por SHOSHANA ZATZMAN


Siempre la odié. Ella me humillaba delante de todos. Desde que nos casamos fue así. Se burlaba de mí. Me menospreciaba. Después de seis años de casados y dos hijos nos separamos. Ella vive en pareja con Sergio. Se ve que él tiene más carácter que yo. El es más importante. Gana más.
Los chicos vienen a casa cada tres fines de semana y unos días en las vacaciones. Ellos me quieren pero siempre me dicen que Sergio le compra regalos, que Sergio los lleva al cine, que Sergio, que Sergio…
El sábado los voy a llevar al teatro (dan una obra para chicos) y a almorzar, voy a gastar todo lo que me queda, ¡total ya no lo voy a necesitar! Después volveremos a casa a descansar.  No va a ser difícil. Cuando termine voy a saltar por la ventana. Sergio va estar de guardia. Será uno de los primeros en llegar. Yo también saldré en la primera página del diario.

domingo, 28 de noviembre de 2010

CRIMEN EN CORONEL SUÁREZ por TOLO BINDER

Asesinó a puñaladas a sus dos hijos y después se suicidó.
¡A quien le interese!                                                                                                 Seguramente desde una óptica realista, mirado desde lejos, fue un acto de barbarie.         Solo pido ser juzgado sabiendo los porque, quizás conociendo la historia, alguien pueda, sino entenderme, ser mas clemente en su condena.                                                       Hace casi tres años Liliana empezó a comportarse de una forma extraña. El trabajo con el reparto me ocupaba cantidad y ubicación de horarios de lo mas insólitos, lo que me hacia descuidar bastante mi vida familiar. 
 Pero no pensé en nada ya que al poco tiempo, me dio la gran alegría de que estaba embarazada, y eso borró todas las dudas que yo podía tener.                                           Luego de nueve meses en que casi conté día por día, cual preso que espera su libertad, llegó el momento y con gran sorpresa para todos mi mujer dio a luz, lo que nos pareció, un hermoso par de mellizos.                                                                    
Según el médico no los habían detectado por la posición de los niños en el vientre materno.                                                                                                               
 A partir de allí comenzó una terrible lucha, ya que los recién nacidos tenían graves problemas pulmonares y algunas malformaciones físicas. 
El pediatra nos dijo que eso se debía a que los niños estaban infectados con HIV, y que seguramente uno de nosotros era portador pasivo sin saberlo. 
 Desesperado hablé con Liliana seguro yo de no ser, y avergonzada ella con la cara entre las manos me confesó que hacia un tiempo había mantenido relaciones sexuales con otra persona. 
 Me desviví tratando de hacer que los mellizos tuvieran una vida lo mas normal posible, pero era casi imposible. En ese interín, no habían pasado más de seis meses, mi mujer abandonó el hogar, y desde algún lugar me telefoneo diciéndome que sabía que todo era su culpa y que se marchaba porque no se sentía con fuerzas para enfrentar la situación. Yo luche lo más que pude hasta hoy que noto que mi esfuerzo es casi vano.Pienso que allá los tres vamos a estar más juntos y mejor.
                                            Gracias por vuestro perdón.
                              Néstor

viernes, 26 de noviembre de 2010

CRIMEN EN CORONEL SUÁREZ por EMILIO FELER

Soy la vergüenza de Coronel Suárez. Todos saben que la muy puta se encama con todo guacho que se le cruza. Tengo que acabar con esta infamia. Me voy al fondo del local, al galpón donde guardo las herramientas y las armas.
Tomo la escopeta recortada de dos caños, la que uso para cazar jabalíes. La aceito. Solo pienso en borrarla a ella, y terminar con el oprobio en que vivo. Mucho no me van a guardar, porque lo que voy a hacer está justificado. Le meto dos cartuchos. Meto el arma en una bolsa de arpillera y la tiro en el piso de la parte de delante de la chata.   
Traqueteo por las calles hasta que llego a casa. Es tarde, no hay luces, ni yo las necesito. Sin hacer ruido abro la puerta de calle. Camino sobre la alfombra y abro la puerta del dormitorio.                                               
Tiro de los dos gatillos juntos directo al bulto que se nota debajo de la ropa de cama. El estampido es terrible. Me resta verle la cara a la desgraciada. Levanto la colcha, pero… ¡pero no es ella! Son mis hijos, Juan y Fabio.                                              
Cargo nuevamente el arma, con un solo cartucho esta vez. Con dificultad me introduzco los caños en la boca y disparo.


miércoles, 24 de noviembre de 2010

INSOPORTABLE por LILIANA OSTROVSKY




Eran una familia tipo. Antonio, empresario. Su mujer, Marta, y, dos hijos en edad de universidad. Como cabeza de familia, Antonio, se preocupaba mucho por sus hijos, por su bienestar, quería que no les faltara nada. Aún así, estos chicos no lo querían, lo rechazaban, conocían de él historias de fraudes y adulterios. Se diría que no tenían relación. Igualmente, Antonio trataba de ser buen padre.
Una noche, todos salieron de la casa. Los hijos frecuentaban bares, lugares de diversión, volvían de madrugada.
A este ritmo, un día llegó a oídos de Antonio, que sus hijos tenían conductas raras.
Que Lola se vestía toda de negro, con tachas plateadas, que se juntaban en grupo donde todo era permitido, que vagaban por las calles, tomaban, y, que muchas veces, terminaba muy suelta de ropas.
También le dijeron que Ariel, estaba entusiasmado con un chiquilín, con quien había trabado una relación amorosa.
Antonio, no quería ni escuchar. Sus hijos no. Para él, esto era insoportable.
Si tenían todo, que más necesitaban.
Ahí, empezó a enloquecer, a averiguar, a correr de bar en bar. Una noche, comprobó con sus propios ojos que todo lo que le contaron, era cierto.
El mundo se le vino encima, sintió asco, vergüenza. Imposible acercarse a ellos, la distancia era abismal.
En su casa, daba vueltas y vueltas, casi no dormía, trabajaba poco. Se agarraba la cabeza repitiendo: “mis hijos no, mis hijos no”
La situación se le fue de las manos, había perdido el control. “Antes muertos”
La tragedia se avecinaba.
Esa noche fue en busca del cuchillo. Encontró varios. Salió a buscarlos.
Los encontró en un bar donde dobla la calle, había poca gente, el lugar estaba casi oscuro. Los encontró pasados de copas. Se sentó en la barra y se emborrachó. De repente pegó el salto, sacó el cuchillo y atacó por la espalda, primero a Ariel, después a Lola. La sangre brotaba. “Mejor muertos”.
Sacó un segundo cuchillo escondido entre la ropa y rápidamente se lo clavó en el pecho
Su cuerpo cayó, cerrando una historia de amor, odio y locura.
Al día siguiente, fue titular de todos los diarios.

martes, 23 de noviembre de 2010

CASO NUMERO 516/4632 por AIDA REBECA NEUAH

María y María paradas mirando la escena. Ocupaban el mismo espacio en la habitación. Dos o una, una
o dos… o más, depende quien mire… 
-¿qué hiciste? LOCA, estás loca.
- son míos, me molestaban. RUIDO, hacían ruido, lloraban, gritaban. Las voces.
- mis hijos, los mataste- aullé como animal salvaje.
- el diablo, tenían el DIABLO en el cuerpo, berreaban como chanchitos, los curé, curé a mis hijos, les saqué el mal por el pecho, chorreaban de ríos rojo diabólico.
-   mis angelitos, mis ÁNGELES buenos, lo mejor de mí- caímos de bruces.
-  los purifiqué, los purificó mi mano, mi cuchillo, ahora son buenos. Ni lloran ni gritan más, se portan bien. Miralos.
- Señor, hazme pura, toma mi mano, guíame y hazme PURA.


sábado, 20 de noviembre de 2010

UN LOCO AMOR por TOLO BINDER

Te quiero Rodolfo, vos lo sabes. No podría vivir un instante sin vos. Te quiero y te comprendo, tus reacciones son el fruto de mi forma de ser. Yo te juro que fui a esa oficina obligada por Carmen, pero apenas entramos me di media vuelta y me fui, no hable con nadie: y te prometo no volver a dirigirle la palabra a quien se dice mi amiga y me induce a cometer errores que empañan nuestra relación. Lo sé, vos tenés una forma de pensar y yo me tengo que adaptar a ella si es que quiero que nuestra unión sea larga y feliz.      Todavía me acuerdo hoy de ese día, hace ya tres años, convivíamos desde muy poco tiempo atrás, y a mi se me ocurrió la idea después de la oficina de ir a tomar un café y a charlar un rato con las chicas; tu enojo y las cachetadas que me diste seguramente me las tengo merecidas. Fue una costumbre que fue creciendo con el paso del tiempo, y luego de cada ocasión, en la soledad de la pieza en que me refugiaba hasta que se te pasara el enojo me juraba no volver a molestarte, pero no pasaban muchas semanas y yo volvía a hacer algo que no correspondía, y vos a darme mi merecido. Hoy en el silencio de la terapia intensiva, en los pocos minutos de lucidez que tengo, me juro y te juro por mi vida que cuando salga voy a cambiar de verdad, para que vos no tengas nada de que avergonzarte.  ¡Pero gordo querido que manos fuertes tenés!
                 Alicia ___ “

viernes, 19 de noviembre de 2010

APRENDÍ por SHULA DAICH



Aprendí de tu boca,
A besar tus labios carnosos,
A sentir tu húmedo aliento,
A escucuchar palabras de amor...

Aprendí de tu boca ,
A sentir tu sonrisa,
Cuando con sensualidad
Me tratabas...

Aprendí de tu boca
A tenerte conmigo,
Valorarte con respeto
Y sentirte mi Hombre...

Aprendí de tu boca ,
Que la felicidad,
No perdura,
Vence con el tiempo...

Aprendí de tu boca
Que no alcanza ,
Sólo amarte y
Darte la vida...

Aprendí de tu boca
Que hoy me hiere
Me acosa ,me ofende
Y me lastima...

Aprendí...
A odiarte...

jueves, 18 de noviembre de 2010

UNA VEZ AL MES por SHOSHANA ZALTZMAN

El decía que la amaba. La acariciaba y le compraba regalos. Le ayudaba con los chicos y tiraba la basura. Si ella no hacía tiempo también lavaba el piso. Muy bueno José, un marido cómodo.
Adriana siempre miraba para abajo. Nunca levantaba la vista, ni la voz, estaba de acuerdo con todos. Una buena mujer.
Nadie tenía ni idea que José la agredía verbalmente, que cada palabra de él era un cuchillo clavado en el corazón, un tirón de pelo terrible, de su boca salían insultos que parecían puñetazos. Nadie se daba cuenta que las sutilezas e ironías que él decía constantemente estaban dirigidas a ella. Se burlaba de sus padres (ellos ni tenían idea, tan amable él siempre, buen muchacho), la menospreciaba por no haber estudiado, le criticaba sus amigas, le desarrollaba su falta de seguridad frente a los hijos.
Adriana callaba y sufría.
Un día, en el baño del supermercado vio una propaganda del centro de ayuda a las mujeres tratadas con violencia, aunque todos creían que las palabras no golpean ni matan, que son violencia. Llamó. Se hizo amiga de la asistente social con la que se veía una, dos veces por semana.
Un día José llegó temprano a casa, Adriana lo miro a los ojos. El entendió.
El abogado dijo que un fin de semana por mes. Adriana volvió a sonreír, a veces alzaba la voz, miraba a todos a los ojos. 
Sus padres se lamentaron mucho. Ella no.


miércoles, 17 de noviembre de 2010

TESTIMONIO por SARA RAWICZ


Buenas tardes.
Mi nombre es Dalia Rafaeli, tengo cuarenta y nueve años y nací en Israel; soy de origen sefaradí pues mi familia es oriunda de Turquía.
Agradezco la oportunidad que me han brindado para dar esta charla, en la que les contaré una historia; la mía.
Se, que muchos de ustedes al escucharla, se sentirán conmovidos, otros horrorizados, algunos asombrados; tal vez habrá quien piense: ¿Qué tiene que ver esto conmigo?
Cada uno tendrá algo de razón. Pero debo aclararles, que todo atañe a todos. Todo ser humano puede hacer algo, menos actuar con indiferencia.
Desde muy joven fui  independiente, emprendedora, con poder de decisión y muy moderna. Así me conoció el hombre con quien me casé a los veinte años. El era inteligente, atento y agradable.
Estábamos muy enamorados.
Ya en la luna de miel comenzaron mis problemas. Me prohibió usar bikini y minifalda. Pensando que era una broma, me reí. Recibí la primera bofetada, con la advertencia de no provocarlo. Se me hinchó la cara y me salió un moretón. Por supuesto, por varios días no pude salir de la habitación. Se disculpó, llenó el cuarto de flores y no cesó de reiterarme que me amaba.
Durante esos días vivimos un apasionado romance. Pensando que había sido un episodio pasajero, no le di importancia; pero por supuesto, dejé de usar minifalda.
Instalados en nuestro hogar, comencé a descubrir poco a poco, su verdadera personalidad. Era violento sin represión alguna. Por cualquier motivo, me insultaba, humillaba y golpeaba, mientras trataba de persuadirme que yo era la culpable de su proceder. Llegué a convencerme que tenía razón y trataba de ser perdonada. Perdí mi autoestima y me convertí en una persona sumisa y servil.
En el ínterin tuve dos hijos.
La situación se tornaba cada vez más difícil. Estaba desesperada, no sabía qué hacer, a quien acudir y por inercia me dejé estar.
La crisis estalló una noche, cuando en un arranque de ira, me tomó de los cabellos y me arrastró por el piso. Mis gritos de dolor se sumaron a los suyos de furia. En ese momento, mi nene de cinco años se abrazó a mis piernas y le dijo: - No quiero que le pegues a mi mamá. Eso lo enardeció aun más y por primera vez golpeó a uno de sus hijos.
Ese hecho me hizo reaccionar; por el bien de mis hijos, debía volver a ser la persona de antaño.
Una vecina me puso en contacto con una asistente social y por ella me enteré que aquí en Israel hay instituciones que brindan ayuda a personas en mi situación.
Mis hijos y yo recibimos albergue en una casa destinada a ese fin, en una ciudad alejada de la nuestra. Mi marido, acusado de malos tratos fue apresado y nunca supo donde nos encontrábamos.
Allí tuve la oportunidad de estudiar, trabajar.
Pasaron veinte años. Mis hijos son dos excelentes muchachos, que ya hicieron la Tzavá (ejército) y estudian en la Universidad. Yo volví a ser una persona normal.
Mi objetivo, al venir a dar esta charla es concientizar a la mujer. Cada una de ustedes tiene familiares, amigas compañeras de trabajo o de estudio. Alguna de ellas puede necesitar de su ayuda.
Sepan que pueden brindarla…

martes, 16 de noviembre de 2010

CRONICA DE UN RELATO por ANA KARINA ARGÜELLO


Varios meses habían pasado desde aquel día. Incertidumbre. En los últimos tiempos las cosas habían cambiado, no que antes hubieran sido mejores, creíamos que existía una nueva oportunidad.
Las dudas me invadían y a veces las imágenes violentas volvían a mi mente.
Temía a lo que podría pasar, inestabilidad emocional lo llamaba yo.
Me lo imaginaba llamando a la puerta, sentándose a la mesa, pero ya era tarde y la noche había llegado y con la luna nuevamente los miedos.
Recordaba aquellos tiempos en los que creía tener el mundo en mis manos, en los que fuimos felices, paseando, charlando. Lo positivo y lo negativo se entremezclaba en un gris que coloreaba mis horas diarias. La locura era la palabra clave: ataques de pánico, bipolaridad, ansiedad, depresión, violencia, ataque psicótico, post trauma. Eran los términos que mi mente buscaba.
Era tan difícil, duro, triste...
Soñaba con mi casa, el jardín, el fondo, las plantas, los árboles, los animales, un poco de ilusión aun quedaba en mi alma destrozada.
En esta vida desformada, yo no quería estar más.

lunes, 15 de noviembre de 2010

SOMOS NOVIOS por GABY SZUSTER

Se conocieron e inmediatamente se sintieron atraídos. Ese flechazo que lanza Cupido y nos
marca para siempre.
El quedó fascinado con sus curvas, su cuerpo sensual y voluptuoso. Su pollerita roja plisada que se movía al compás de sus caderas le cortaba el aliento. Ella se enamoró de su blanca sonrisa, de su dulzura, de su ternura.
Salieron varias veces, estaban felices, enamorados.
Una tarde, Alex pasó a buscarla por su casa, al ver su provocativo escote le pegó una fuerte bofetada. Las lágrimas brotaron desesperadas y Laura no podía reaccionar ni decir palabra. Pasaron unos segundos, tensos, silenciosos…
Y de pronto Alex al ver las lágrimas de su amada cayó en la cuenta de lo que había hecho, y pidiéndole perdón juró una y otra vez que no volvería a hacerlo. Laura aceptó sus disculpas, hasta se sintió un poco avergonzada, al fin y al cabo, Alex la celaba porque la amaba.
Al cabo de tres semanas exactas, Alex fue a buscar a Laura al trabajo, esperándola al resguardo de un árbol. La vio salir tan hermosa y sonriente, riéndose con un hombre un poco mayor. Esperó a que él se alejara y se acercó a su amada, sin tiempo a reaccionar le pegó una trompada que la desmayó en el lugar. Cuando Laura volvió en si, no sabia donde estaba. Tardó unos segundos en reconocer la casa de su novio, que temeroso la llevó a resguardo. Esta vez se sintió verdaderamente asustada, la sonrisa que tanto amaba le parecía ahora una mueca que la aterrorizaba. De rodillas Alex le pidió perdón, se justificó de mil maneras, y Laura lo terminó perdonando y aceptando que en definitiva era ella quien había provocado esa reacción.
Los meses pasaron, y se repitieron varias situaciones como éstas. Y cada vez era peor, porque para Alex, cualquier cosa podía significar una provocación.
Laura perdió la alegría de vivir que la caracterizaba, su espontaneidad y frescura. Laura no podía hacer totalmente responsable a Alex, ella se sentía culpable. No sabia que hacer, se sentía perdida, demasiado vulnerable.
Lentamente, comprendió con el alma herida, que ahora ella era una MUJER GOLPEADA.

domingo, 14 de noviembre de 2010

ESO por YAEL LEVIN

Soy un libro. No crean, como dicen algunas personas de ellas mismas, que soy un libro abierto. No. Soy un libro en el más estricto sentido de la palabra y muchas horas de mi vida las he pasado cerrado.
Sé que cuesta creerlo, yo, el centro de la fiestas, que siempre estoy dispuesta a salir a bailar o a cantar o a tomar y cantar, que estoy felizmente casada hace más de dos décadas y todavía seguimos enamorados, tengo hijos buenos e inteligentes, vivo en un palacio, nuestra situación económica es muy buena, tengo los mejores amigos del mundo y una amiga del alma, todavía me veo bien y tengo  éxito con los hombres… y con las mujeres, siempre tengo una sonrisa en mis labios, nunca me quejo, no me falta nada, al contrario:  tengo eso dentro de mí que no me lo  puedo sacar...
Soy el apoyo de mis amigas, ellas me cuentan lo que les pasa y saben que siempre tendrán mi hombro para poner su cabeza, trato de darles los mejores consejos, y si no los tengo, las abrazo y callo con ellas. 
Yo les cuento cosas mías. 
Eso no.
"Para el próximo domingo, tienen que escribir un monólogo interior" nos pidió Dani.
El único tema que sabía iba a escribir, era eso: es hora de contar la historia que me ahoga y me bloquea. Voy a abrir mi libro.
¿Porque a ustedes, colegas del taller? Debido que ustedes me conocen de manera superficial, me parece que para mí es una ventaja, me va a ser más fácil contárselo a ustedes que a íntimos amigos, involucrados emocionalmente.
Ustedes son un grupo adulto, inteligente y espero - no me juzguen…
En cuanto llegué a casa lo escribí, empecé desde el principio sin dejar un solo detalle a la imaginación, todo, sin excepción: me quedó buenísimo, bien explicado, orgullosa de la manera redactada, el final - fuerte, como la realidad.
Cuando terminé me sentía desnuda, sentí frío. 
No se lo mandé a Dani, "tengo tiempo todavía" me dije.
Me dí un baño bien caliente y me acosté. 
Fue difícil dormirme, pasé una mala noche, me desperté muchas veces, sudando.
El lunes me lo leí,…"solo yo temblaba al pensar cual iba a ser el final…y callaba"…   
La dolorosa verdad me miraba de la pantalla de mi computadora, resaltando paso a paso mi historia.
Si fuese el cuento de otro, hubiese admirado la imaginación del escritor, "pero es mi vida" me hice recordar, recuerdo lejano, inolvidable, dolor que aún quema mi corazón, me cierra y me hace callar.
Llegó el momento, estoy temblando, mi mandíbula vibra, tengo la boca seca, siento un vacío en mi palpitante estómago, mi índice caricia el lado izquierdo del ratón, indeciso, interrogando ¿mandárselo a Dani o no? 
Me decidí. 
Se los contaré, compañeros pero será en otra oportunidad, un día les leeré lo que escribí, abriré este libro cerrado dentro de mí y eso saldrá a luz, al principio se cegará por haber estado tanto tiempo encerrado, pero entonces nadie podrá hacerme callar ¡lo gritaré! pero ahora no puedo, todavía no
Juro que quise, creo que hasta me haría bien.  Perdónenme.
El callar es control, creo que no llegó mi momento de soltar las cuerdas que atan mi historia.  Contar - es dejar que vuele, que se esparce a los cuatro vientos, entonces no podré controlarla, no podré callar, no habrá camino de regreso.
Soy un libro en el más estricto sentido de la palabra y la mayoría de las horas de mi vida las paso cerrada, callada.                  

sábado, 13 de noviembre de 2010

LA ABUELA ROSITA por RAQUEL EIDELMAN

"Soy un libro. No crean, como decían algunas personas de ellas mismas, que soy un libro abierto. No. Soy un libro en el más estricto sentido de la palabra y muchas horas de mi vida las he pasado cerrado".
Mi tamaño es el demedia-carta y contengo doscientas hojas en mi interior. Exteriormente soy de cartón duro relleno de algo que lo hace muy suave al tacto. Fui un regalo que recibió Rosita al cumplir diez años, ella me recibió con mucha alegría y me protegió con un vestido de terciopelo color púrpura y en el centro de mi cara bordó con hilo dorado la palabra DIARIO; me guardó en su cajón de tesoros y allí permanecí mucho tiempo inmóvil, viendo el ir y venir de otros objetos.
Pasaron cinco años, ¡Oh! ¡Sorpresa! Rosita me tomó en sus manos, me miró cariñosamente, sonrió y me colocó sobre una mesa. Me abrió y en mi primera hoja escribió:
Noviembre veinticuatro de mil novecientos quince
Hoy, cumplo quine años continuó escribiendo y tú vas a recibir y compartir conmigo todas mis emociones, vas a ser mi amigo y confidente; Continuó: –No sé si alguien más llegará a saber de ti, pero para mí serás lo más importante de mi vida a partir de ahora.
Cada día recibía escritos de Rosita, a través de éstos conocí a José, el muchacho por el cual ella suspiraba. Fue llenando mis páginas con su historia.
Un nieto de ella vio como me escondía precipitadamente cuando llegó a visitarla. Rosita me cambió de lugar y me escondió detrás de otros libros en un estante de su biblioteca.
Creo que de acá no saldré nunca pues Rosita ya no está, estoy triste, la extraño mucho, compartir la vida de alguien es gratificante..
¡Increíble! hoy me he dado cuenta de que me buscan con tanto empeño que me van a encontrar. El primero que me toca es el nieto que ya conocía, es enorme el regocijo de él y el mío. Me acarició y abrió y empezó a leer sin dejar de acariciarme, sus lágrimas caían sobre mis hojas. Me sacó del cuarto donde siempre estuve, habló con otros y les permitió conocerme, unos lloraban, otros hablaban entre sí me llevaron a una máquina, colocaron mis hojas con mucho cuidado, y fueron saliendo muchas hojas iguales a las mías, luego estos hijos míos también fueron protegidos por cartón y terciopelo y debajo de la palabra DIARIO con el mismo hilo dorado bordaron 'HISTORIA DE LA FAMILIA'.A todos nos pusieron en lugares importantes, cada tanto nos miran, abren, leen y acarician.
¡Qué vueltas da la vida! Cuando yo creí que en aquél estante estaría para siempre, ¡estaba muy equivocado!

viernes, 12 de noviembre de 2010

CICLO CONFIN por AIDA REBECA NEUAH

Soy un libro.  No crean, como dicen algunas personas de ellas mismas, que soy un libro abierto. No. Soy un libro en el mas estricto sentido de la palabra y muchas horas de mi vida las he pasado cerrado. Esperando. Amagues hay. Claro. Vienen me soplan, me acarician el lomo, abren despacito las tapas y me ven por dentro. ¿Y qué puedo tener?  Palabras, oraciones, que esperan soy un libro. ¿Saben lo humillante que es que te miren de adelante, de atrás, al medio para después devolverte al mismo rincón lleno de polvo? ¿Qué hago con mis ilusiones, mis fantasías? Quiero que me adopten, luego que me regalen, al tiempo que me presten, después que me pierdan, seguido que me encuentren y entonces nuevamente me adopten, hasta que en mis hojas amarillas medio descoladas solo queden signos ilegibles gastados por las miles de lagrimas derramadas, por el paso del tiempo.

jueves, 11 de noviembre de 2010

POR LA VIDA por LILIANA OSTROVSKY


“Soy un libro. No crean, como dicen algunas personas de ellas mismas, que soy un libro abierto. No. Soy un libro en el más estricto sentido de la palabra y muchas horas de mi vida las he pasado cerrado.
¿Por qué, cerrado?
Cerrado, porque cuando nací, me prohibieron la vida.
Según los gobernantes de turno, por lo que yo cuento, era mejor no conocerme, no saber de mí, no debían abrirme, no debían leerme.
Entonces, éstos que tenían el poder, intentaban hacerme desaparecer.
Me dolió mucho el maltrato recibido. En cada situación, pensaba, éste es el final.
Pero, no pudieron conmigo. Me mantuve en pie.
Este fue mi pasado.
Y, acá estoy. Hoy, en democracia, no crean que son muchas las horas en que estoy abierto. No a mucha gente, le interesa enterarse de desapariciones, torturas, vejámenes, corrupciones, y, tantas cosas más.
Pero, estoy vivo, así me siento yo.
Cuando estoy en los brazos de aquellos que me buscan y me tienen, me siento mimado, querido, me siento feliz. Sólo deseo, que aquellos tiempos oscuros, no vuelvan nunca más, para que yo, aunque sea cada tanto, sienta el cuidado y el calor de manos que acarician mis hojas y paraguas que me protegen de la lluvia.
Me hace bien, saber que cada tanto, y de a ratos, soy para alguien, un buen compañero, que podemos compartir momentos de soledad, que puedo ser útil, y, porque no decirlo, me hace bien, cuando escucho que hablan bien de mí, cuando creo que otras manos me buscan.
Pero, y esto viene de mis entrañas, me hace bien estar abierto, me relajo, me aflojo, la respiración es más suave, y en el movimiento de mis hojas, puedo sentir la frescura del viento que me toca.
Me siento libre, me siento vivo.”

miércoles, 10 de noviembre de 2010

SOBREVIVIRE por TOLO BINDER

“Soy un libro. No crean, como dicen algunas personas de ellas mismas, que soy un libro abierto. No. Soy un libro en el mas estricto sentido de la palabra y muchas horas de mi vida las he pasado cerrado”.                                               
Y no me duele.
Siento que así, sin miradas extrañas puedo ver y reveer, pensar y repensar, total tengo bastante tiempo para mí, mis doscientas sesenta y cuatro páginas, escritas en tahoma once. Y por ejemplo si el último que me abrió me trató bruscamente, voy a la ciento noventa y nueve, donde Silvia y Julián tienen para ellos solos un capítulo (el decimocuarto) y atraviesan ocho páginas llenas de un amor juvenil, sincero y sin ataduras que me hace olvidar el mal momento pasado.
Pero no se crean que todo mi interior es un deslizarse suavemente sobre un mar de amor, no. Sin ir mas lejos en la seis, luego de las presentaciones, agradecimientos y nombre de todos los que ayudaron a mi papá, (ufa…) empezamos con el relato de las desventuras de Clara, mujer de mediana edad, que saca de su casa a empellones a Gustavo, por la actitud tomada por éste.                                                                                                         Tengo en mi interior, eso si, tres capítulos (diez, once y doce) muy agradables, llenos de gracia y humor, donde Hugo, Paco y Luisito, hacen gozar al lector con sus travesuras juveniles en todo lugar que se hallen, escuela, club, academia de tiro, etc.
No hay duda, sin falsa modestia, que soy un libro de lo más entretenido, casi periodístico, ya que retrato de una manera clara y viva la realidad de las personas, y aunque me desarrollo en Tel Aviv soy de aplicación universal.
Y al fín…creo que si, me duele estar tanto tiempo cerrado. Recuerdo cuando aún estaba tibio y con la tinta húmeda, recién salido a la vida, soñaba con viajar y ser tomado, acariciado y leído en todos los idiomas. Pero la realidad de la crisis ha hecho que después de los cincuenta primeros ejemplares, de tapa dura y papel encerado, hoy estoy convertido en un libro de tapas blandas, y de un tibio color solo en las tapas. Pero no importa, estoy seguro que, gracias a los buscadores de libros en librerías de viejo y debido a la gran cantidad de bibliotecas públicas, comunales e institucionales, mi lomo orgulloso asomara en los anaqueles por mucho tiempo más.