viernes, 28 de mayo de 2010

EL MIEDO por Aida Rebeca Neuah


Contó los dedos. Pulgar, índice… meñique. Estaban todos. La ceremonia de entrega de mano fue rápida y emotiva. Quería que el tiempo volara hasta la boda. Mientras  la novia manca organizaba su ajuar, él contaba los segundos. Tan pronto el sacerdote concluyó  la frase…"y formareis una sola carne", el novio, excitado, se lanzó a devorar a la novia. Empezó por los sesos, lo más sabroso. Su familia colaboró con placer, sobretodo su  madre que dirigió el festín. El amor  dura lo que el frenesí por  la carne perdura- dijo él, aterrado de  amar. 

LA BODA por Gabriela Szuster


Tan pronto el sacerdote concluyó la frase…”y formareis una sola carne”, el novio, excitado, se lanzó a devorar a la novia. En un instante comprendió horrorizada que se había enamorado de un integrante de la tribu “Monfú los caníbales del norte“y que no tenía escapatoria. Comenzó a correr, desesperadamente, aunque sabia que no podría llegar muy lejos… Al cabo de media hora de desenfrenada carrera, se escabulló por un atajo que apareció al costado del camino. Siguió caminando a paso más lento, para recuperar el ritmo de la  respiración, sintiéndose de pronto más tranquila y a salvo.  Cuando se convenció que  había logrado escapar, un grito perforó el aire comprendiendo en ese instante que había salido de su garganta. Con el corazón a punto de escaparle del escote vio horrorizada que un león salvaje se disponía a devorarla. Sin saber de dónde le vinieron las fuerzas sus pies la llevaron instintivamente a correr alcanzando una velocidad casi sobrehumana. Llegó a un claro del bosque, y divisó un río. Sin pensarlo dos veces, se zambulló y comenzó a nadar desenfrenadamente. Al cabo de un rato, con los brazos y piernas entumecidos por el esfuerzo, respiró profundo sintiéndose nuevamente a salvo. Salio del río y comenzó a pensar que hacer. Distraída en sus pensamientos, no vio una trampa camuflada para cazar jabalíes, cayendo en un pozo bastante profundo. Quedó tirada en una postura muy incómoda, sin poder incorporarse. Las lágrimas brotaban  mientras intentaba comprender por qué el destino se había ensañado con ella de esa forma. Gritó pidiendo ayuda pero nadie parecía escucharla. Pasaron unos minutos…nada. Volvió a gritar, esta vez más fuerte. Escuchó pasos, alguien se acercaba, su corazón comenzó a latir agitado: - “aquí, aquí… por favor “. Su mamá la ayudó a levantarse  del suelo, mientras le decía:-“tuviste una pesadilla mi amor, seguramente son los nervios por tu boda”.

¿AMANTE O QUE? por Luis Goren


"Le escribió tantos versos, cuentos, canciones y hasta novelas que una noche, al buscar con ardor su cuerpo tibio, no encontró mas que una hoja de papel entre las sábanas".
Y se lo merecía, que jorobar; hacía un tiempo prudencial que eran algo más que conocidos o amigos; eran amantes. Y eso no es chiste, porque ser amantes significa que tenés que mantener una doble vida: ser una mujer "de su casa" durante el día, y ser una loca reventada durante la noche (que era lo que más le gustaba).
Al principio él anduvo bien, se podría decir:  ¡ Muy Bien !. Pero con el correr del tiempo se le dió por escribir, y también eso se lo habría perdonado o soportado; mas  cuando empezó a leerle los versos  y  los cuentos,y  a cantarle las canciones, después que ella se había bañado y perfumado especialmente para una noche de desenfreno, bueno, podríamos decir que se empezó a cansar.La gota que colmó el vaso, fué cuando le leyó la novela que le había dedicado, porque dijo que tenía que escucharla con las inflexiones que él lograba con su bien timbrada voz. Allí fue cuando  decidió plantarlo y buscarse otro. Le dejó la nota de despedida entre las sábanas que tanto amor habían "soportado": MORITE, IDIOTA.

LA DECISIÓN por Shoshana Zaltzman


Me voy a suicidar, todavía no estoy del todo segura como hacerlo, pero debo llegar a una decisión, cuando lo haga me sentiré mejor, más aliviada, más tranquila. Por ahora, todas las mañanas llego a la oficina, me siento, enciendo la lámpara, abro el portafolios y antes de empezar la tarea diaria, escribo en una larga carta donde, desde hace seis años, explico minuciosamente las razones de mi suicidio.
Lo peor de todo es que no me decido como hacerlo. En el cajón, en la oficina guardé el cianuro, compré un revolver con seis balas, (me parece suficiente). Averigüé los horarios del tren, pero el desparramo de las vísceras por todos lados me parece realmente asqueroso. Anduve mirando el hotel más alto de la ciudad, pero el mirador está casi siempre cerrado con llave, ¡dicen que algún loco puede programar un suicidio! Paso el tiempo tan ocupada con el asunto que ya se me van los días, los meses, los años y yo sin decidirme.
Estoy tan metida en la cosa ésta que ni me duelen los golpes que me da mi marido cada vez que la comida no le gusta, no me importa de las humillaciones a las que me somete mi papá siempre que lo voy a ver al geriátrico, al jefe y su constante acoso me lo paso por  el culo y la tarea de la casa: la comida, la limpieza, la ropa,  atender a los cuatro chicos, las compras, ni siquiera me molestan, lo único que realmente deseo es decidir de una vez por todas cómo suicidarme.

UN CASORIO INOLVIDABLE por Shula Daich


A Don Yetancio, se lo vió más alegre que nunca. Después de quince años de viudez, anunció a la muchachada que se casaba... Fue en el bailongo de la campiña, donde la conoció a la Josefa. Una chinita joven, aunque un poco obesa,  dispuesta a dar con  él,  el paso fulminante. Le encantó como Don Yetancio la halagaba y le traía flores, eso  la enloquecía. Todas las amigas  del oficio serviental,  la felicitaron y lloraron de alegría. Por supuesto, que hasta que el cura no les dió la bendición anhelada, Don Yetancio y la Josefa, cumplieron con los deberes de abstinencia, como la Iglesia lo exige. Fijaron fecha en lo del "curita",  recibiendo  las indicaciones y las obligaciones a cumplir. La excitación y los nervios, no los  dejaban vivir.
Don Yetancio, temió que debido al tiempo pasado, tenga alguna que otra dificultad en la noche de bodas, consultó  al experto Dr Rabinovich, pidiendole ayuda. El "doctorcito" le recetó una "pastilla milagrosa", y le repitió una y otra vez:" tomarla una hora antes de estar con la novia". Para la fecha indicada, Don Yetancio se "enpilchó" de traje alquilado,  un poco estrechito, arregló el bigote, colocó una flor en el ojal, se embadurnó de colonia, y...como el médico le indicó, se  tomó la "pastillita mágica". La novia, como de costumbre, llegó más tarde de lo previsto. Los invitados impacientes casi se vuelven a sus casas, pero tan pronto el sacerdote concluyó la frase..."y formaréis una sola carne", el novio, excitado, se lanzó a devorar a la novia,  pero con tan mala pata, que los dos tropezaron con el escalón del púlpito, cayéndose juntos y empujando al Cura, que a su vez se enredó con la cola del vestido, derrumbándose sobre los dos...El tumulto fue enorme, quien pudo vino a socorrerlos. Pero fue una misión imposible. Don Yetancio estaba desmayado, bajo los dos cuerpos obesos  que casi lo matan y  su traje, destrozado. A la Josefa  le sangraba la nariz,  el velo y el traje de novia  manchados y al pobre cura... lo tuvieron que sacar a hombros. Hasta hoy, se comenta en la campiña, el "casorio inconcluso" de Yetancio y la Josefa, las burlas y las risas, estan a la orden del dia...

!TE QUIERO DIANA! por León Binder


Es una triste rutina que no tiene fin. Todas las mañanas llego a la oficina, me siento, enciendo la lámpara, abro el portafolio  y antes de empezar la tarea diaria, escribo una línea en una larga carta donde, desde hace seis años, explico minuciosamente las razones de mi suicidio. Desde aquel verano que, agobiado por el trabajo, Diana pasó la mayor parte de las vacaciones sola con el bebé en la casa de la playa, fueron treinta días de los cuales sólo dos fines de semana pude viajar a encontrarme con ellos. En uno de esos fue que llegué en la mañana del viernes, cosa inusual en mí, desde lejos vi estacionado un buen coche en la entrada. En un primer momento, me asusté pensando que quizás fuera un médico para alguno de los dos. Bajé del coche casi corriendo, la puerta delantera estaba sin traba, entré alocadamente. Pero lo que escuché me dejó atónito y petrificado. Las risas de mi mujer, los quejidos y suspiros me introdujeron en una escena totalmente distinta de la imaginada. Lentamente volví a salir, di la vuelta a la casa hasta la ventana del dormitorio y allí pude observar algo casi irreal. El esbelto cuerpo de mi mujer totalmente desnudo, al igual que su acompañante, en una sesión de sexo digna de la peor película porno. Completamente turbado volví al coche, mi cabeza daba vueltas como una calesita enloquecida, buscando respuestas para lo que había visto. Durante los cuatrocientos kilómetros de vuelta sentí que me deslizaba en un pozo sin fondo. Al anochecer, sentado en la penumbra de nuestro departamento vacío y silencioso me sentía morir tratando de encontrar una explicación. Pasadas las horas pensé en aquello tan remanido de “un amor de verano” y que seguramente sería mi culpa por haber antepuesto mi trabajo a mi familia. Traté de olvidar y terminado el verano, supuse que todo quedaría en una aventura pasajera. Pero no fue así, sospeché primero, confirmé después, que lo suyo era más que una aventura, notando con desesperación que Diana había cambiado su forma de ser hasta convertirse en una adicta al sexo, casi siempre con personas distintas. Cuando empecé a escribir supuse que seria una pequeña nota de despedida, cada día agregaba un párrafo más pensando que era el fin, mas luego veía a mi hijo y lo iba dilatando. Hoy, pienso que más que por Julián, no termino con mi vida porque mi amor por ella es más fuerte que su engaño.    

jueves, 27 de mayo de 2010

EL REVÉS DEL AMOR por Gladys Goldszteyn

(la consigna, incorporar en un relato el siguiente micro cuento: Le escribió tantos versos, cuentos, canciones y hasta novelas que una noche, al buscar con ardor su cuerpo tibio, no encontró más que una hoja de papel entre las sábanas)




No quería recordar pero su memoria le jugó una mala pasada. 

Su ex esposa lloraba, sus hijos duramente le retiraron el titulo de padre; mientras se alejaba de la que fue su casa durante tantos años tan sólo con una maleta en la mano…” 

Tapando la máquina de escribir, a su vez apagó el último cigarrillo de la noche. 
El  cenicero plateado, testigo mudo rebosante de colillas y de ideas flotando en el humo, guardaba entre las cenizas la gran inspiración que lo movía. 
En los últimos diez años cambió todo a su alrededor conociendo a pleno la felicidad. Se sentía dichoso, y lo expresaba a los cuatro vientos. Ni siquiera la diferencia de edad que existía entre los dos le planteaba alguna duda. Se sabía un hombre fuerte y muy guapo. 
Pocos días después ella cumplía cuarenta años. Fueron a cenar al mejor restaurante, chocaron las copas. Volvieron, tomaron café en la casa, se besaron y abrazaron nuevamente. El le susurraba cuanto la amaba acariciándola toda.  Sus cuerpos se atrajeron, hicieron el amor hasta quedar exhaustos. É
l podía enloquecer de amor por  ella sabía del hilo delgado que existe entre la locura y la cordura cuando se ama demasiado. Su mayor placer era escribir para su ninfa, motivo de su vida, dueña de su musa y de su corazón. Le escribió tantos versos, cuentos, canciones y hasta novelas que una noche, al buscar con ardor su cuerpo tibio, no encontró más que una hoja de papel entre las sábanas. En la que decía tan solo una palabra. Perdóname. 




lunes, 24 de mayo de 2010

POBRE ARTURITO...! por David Adelson

(la consigna, elaborar un relato en el cual aparezcan al menos dos pecados capitales)


Su intensa palidez e inmovilidad, los ojos desorbitados y la respiración entrecortada por profundos gruñidos, se extendieron por largos minutos. Los colegas del ingeniero Shiffer lo observaban asombrados mientras él, rígido, miraba hacia la esquina de su jardín donde había impactado un bólido extraterrestre, con gran estruendo. Así concluía la prueba del teletransportador de materia a velocidad "warp 2" (el doble del de la luz), que consistió en enviar a la tierra un pequeño meteorito, a través de ese nuevo ingenio, desde las lejanías de Saturno. Salvo la falla en el punto de llegada, el resto del experimento, conducido por el piloto de pruebas, había sido un rotundo éxito. Las llamadas de felicitaciones se sucedían unas tras otras.

Schiffer había empezado a estimar al piloto luego de que éste pagara los daños a su jardín cuando el primer experimento y, más adelante, las roturas del mobiliario de su alcoba matrimonial –que casi provoca el divorcio conyugal- después de la prueba con la máquina del tiempo. Incluso, trabajaron bien al unísono en el último experimento. Pero ahora...
Sus recuerdos no se detuvieron sólo en la ocasión en que su dormitorio fue hecho papilla y casi desencadena la separación de Brenda, su mujer. Ahora, mientras observaba cómo el humo del impacto se disipaba de su jardín –y los perros del vecindario aún ladraban y aullaban de pánico- recordó otro momento en que casi llega el divorcio: cuando él impuso su criterio de que la mascota familiar debía ser un perro Basset Hound en vez del Dachshund (o perro salchicha), que procuraba su esposa. Logró conjurar la ruptura y adquirir su cachorro al que bautizó Arturito, en honor del personaje de una antiquísima película llamada La Guerra de las Galaxias. Eso le valió, entonces, soportar continuamente bromas ácidas de Brenda y todo tipo de críticas y pullas hacia el perro de orejas descomunales y ojos tristones. En realidad, ella –arquitecta de fama- siempre le demostró pesar ante sus logros y elecciones. Y cualquier evento, como el de la destrucción del dormitorio, disparaba sus terribles reacciones hormonales. ¿Qué haría ahora su mujer luego de este accidente en el jardín? ¿Cómo reaccionaría? ¿Con fiereza o con felicidad? Los técnicos, apenas producido el impacto, evaluaron que el meteorito enviado desde Saturno había atravesado limpiamente la atmósfera sin fragmentarse y penetrado la tierra, haciéndola temblar, deteniéndose a docientoscincuenta kilómetros de profundidad. Del agujero en el jardín emanaban vapores calientes, gases ácidos y olores a basalto, que afectaban la flora de toda la zona. Pero el piloto de pruebas, seguramente, volvería a remarcar que él era lo mejor de lo mejor que tenía la corporación Tecnotrónix. Por el momento, anunciaba su retorno al planeta añadiendo que enviaría un mensaje para Schiffer.
Los ayudantes del ingeniero, oscilaban su atención entre observarlo y trazar hipótesis sobre la trayectoria del bólido, que debió impactar en otras coordenadas. También, y según los datos de los sensores, advirtieron que el meteorito había caido sobre la cucha del perro y lo arrastró hasta las profundidades donde se detuvo. Ahi, podía observarse –debajo de su masa- una especie de alfombra con forma canina de la que sólo sobresalía una parte del rabo...En aquel momento, llegó el mensaje del piloto de pruebas para Schiffer. El cadete llegando a toda carrera lo transmitió: "Un gran abrazo ingeniero, en unos momentos solamente estoy con usted. Traigo en la nave un auténtico champagne francés...". El jefe del proyecto se movió lentamente. Palmeó suavemente al mensajero, con una leve sonrisa enigmática, y se dirigió con paso cansino pero seguro hacia su colección de armas antiguas. Allí guardaba, limpio y en condiciones de uso, un viejo pero bien aceitado Colt M-16.

sábado, 22 de mayo de 2010

PECADOS CAPITALES por Aida Rebeca Neuah

(la consigna. elaborar un relato, en el cual aparezcan al menos dos
pecados capitales)

Enardecida porque las musas se fueron de parranda rompí algunos jarrones contra la pared (a ver si el ruido las hacía regresar). Ni ahí. Ni se molestaron. Vaya a saber qué vecino las indujo a quedarse más tiempo con el. Mis tres musas son infieles y abandonadoras pero siempre regresan a su dueña. ¿Qué artilugio habrá usado el vecino con ellas…? les estará convidando golosinas o haciendo cosquillitas en los pies. ¿Qué tiene él que a mi me falte? ¿Cómo han osado abandonarme a mí? La más buena, la mejor…la más fiel y condescendiente patrona que han tenido, nadie se iguala a mí. ¿Iré a buscarlas? No… no da, estoy cansada, volverán cuando quieran-puedan. Mejor las espero sentadita en mi rincón comiendo abundante helado de chocolate y nueces. No comparto.

GRACIAS DIOSES DEL OLIMPO por Leon Binder

(la consigna, elaborar un relato en el cual aparezcan por los menos dos pecados capitales)



En los seis años que estaba en “Sapir “nunca le había pasado nada igual.
Ese era el tiempo que llevaba impartiendo sus cursos de verano sobre dioses de la mitología griega y romana.
Entrecano, con un cuerpo bastante bien formado (gracias a su vida ordenada y algo de ejercicio), a sus treinta y ocho años, soltero, Ioram podía decir que vivía una vida feliz y sin sobresaltos ya que hacía lo que le gustaba. 
En esta ocasión su curso había crecido de tal forma que debió dividirlo en tres, cosa que lo agotaba pero le producía gran satisfacción.
No existía ningún parámetro para integrar sus aulas, o sea que en ellas se podían encontrar jóvenes de veintidós o veintitrés años con señoras o señores de más de setenta.
Pero era en el “C” donde le pasaba algo extraño. Entre los alumnos había tres jovencitas veinteañeras, que vivían en la cercana Beer Sheva y acudían juntas a su cátedra. Hasta allí no había nada de raro, salvo quizás su interés desmedido por algunos de los dioses citados y que a él sus preguntas le ocasionaban una sensación particular.
Así cuando Ioram dedicó por ejemplo su clase a Dionisio (Baco) hijo de Semele y Zeus, dios del vino y la agricultura, amable con quienes lo honraban, pero que daba locura y destrucción a quienes despreciaban sus rituales orgiásticos, las chicas se reían entre sí y al mirarlo.                    
Cuando le toco el turno a Afrodita Pandemos, diosa asociada con el amor físico, de la cual se decía que sus seguidoras practicaban la prostitución religiosa en santuarios y templos, llamadas en lugar de prostitutas “Hieródulas” (siervas sagradas), las tres realizaron preguntas bastante subidas de tono, que él contesto con altura, no prestándose a lo que consideró un juego de adolescentes.
Pero la vez siguiente no le fue tan sencillo, ya que el tema fue la isla griega de Lesbos, una de las mas cercana a Turquía, cuna de la poetisa de la antigüedad “Safo” cuyos poemas describían su amor apasionado hacia sus compañeras (de allí el origen de la palabra lesbianismo) las jóvenes en cuestión entre bromas y risas volvieron a acribillarlo a preguntas.
Finalizada la clase, una de ellas, Samantha, una pelirroja pecosa de muy buen cuerpo, se le acercó para hacerle otras preguntas, ofreciéndole luego llevarlo hasta la ciudad.
Durante los veinte minutos del viaje la conversación giró sobre la clase, haciéndole las jóvenes todo tipo de preguntas. Al acercarse a destino Samantha, que por lo visto era la más lanzada, le invitó a tomar algo con ellas.
No dudo en aceptar, pensando que se dirigirían a algún bar, más fue grande su sorpresa cuando entraron en el estacionamiento de un edificio y lo invitaron a subir a un departamento.
Instalado en un cómodo sillón, dentro de un ambiente elegante y cálido, las chicas se retiraron a preparar algo de tomar.
A los pocos minutos, tres mujeres envueltas en velos transparentes que dejaban ver cuerpos magníficos sin ningún obstáculo, llevando en sus manos bandejas con toda clase de frutas frescas y secas, licores y algunos bocadillos, entraron y se arrodillaron a su lado, pidiéndole que se pusiera cómodo, en cuanto a su ropa, rogándole a la vez hacer una clase práctica de todo lo que él enseñaba.
Ioram no salía de su asombro, más no podía resistirse a todo ese derroche de belleza física y gastronómica, y al instante era alimentado por las tres diosas de carne y hueso, que se llamaban a si mismas,”Hieródulas”, que con caricias y suaves movimientos daban de comer a este “Hefesto” moderno.
La bacanal no duro más de diez minutos siendo seguida por una orgía que haría palidecer al mismísimo Baco.
Los cuatro cuerpos desnudos se sumergieron en una loca lujuria sin límites y sin prohibiciones, buscando cada uno de ellos satisfacer hasta sus fantasías más anheladas tratando de gozar y hacer gozar al otro sin escatimar esfuerzos.
Ninguno tenia idea del tiempo trascurrido, pero agotados, con sus cuerpos bañados en transpiración y jugos propios y ajenos, formaban en un rincón del salón, abrazados y entrelazados, la más bella escultura ofrecida jamás a uno de sus dioses tan queridos. 
Al día siguiente Ioram presentó su renuncia indeclinable a su cátedra.

                             
N.A.: Sapir : Facultad privada de la ciudad de Sderot
      Hefesto : El más feo de los dioses greco-romanos

CONFESIONES por Shula Daich

(la consigna, elaborar un relato en el cual aparezcan al menos dos pecados capitales)







Querido Diario:
Me dirijo a tí, porque eres el único que no me reprochará o dará sermones largos y aburridos, como lo hacen en la iglesia. Además  sé,  que como la almohada,  que está empapada en lágrimas, me escucharas en silencio… Quizás  la providencia y el azar, nos enfrentó. No lo recuerdo exactamente cuándo pero que fue un chispazo inevitable, de eso estoy segura. Nos  enamoramos locamente.  Así lo creí. Los dos sabíamos que era un amor imposible, razón,  que  nos aferró el uno  al otro.  Estábamos posesionados, locos, nos buscábamos con las miradas. Aprovechábamos los más mínimos segundos para  estar juntos, tocarnos, besarnos, amarnos... Por él, mentí, robé, abandoné a  mis hijos, dejé  a mi marido, a mi hogar... Enceguecí de amor, la pasión me dominaba. Cuando comenzó a agredirme sin razón, asenté cabeza y salí del cascarón que  me cegaba. Lo compredí todo...pero ya era tarde.  En mis entrañas, se esta desarrollando una vida,  fruto del pecado.  Estoy sola, abandonada. Lo he perdido todo, hasta mi dignidad.  Y eso, por un amor, que  creí  fue recíproco. Diario querido, sé que me escuchas, pero no puedes responderme.
Debo tomar una decisión, temo que cometeré una locura...no me juzgues mal...

PECADOS FAMILIARES por Gabriela Szuster

(la consigna, elaborar un relato en el cual aparezcan por lo menos dos pecados capitales)




Mi nombre es Pablo. Pertenezco a una familia muy católica. Me consideran un nene muy despierto para mi edad. Tengo once años y voy a un colegio de curas. No tengo intención de ser sacerdote, pero nadie preguntó mi opinión.  Los fines de semana vuelvo a casa, y todos los domingos vamos a misa, a escuchar el sermón del Padre Pedro. Mi papá, Ildefonso, que es un hombre muy nervioso, nos levanta muy temprano. Como no queremos despertar su ira, nos apuramos, aunque sabemos de antemano que deberemos ser nosotros quien esperemos al cura, que siempre empieza tarde. El Padre Pedro ingresa al atrio bostezando, como si recién se hubiese levantado de dormir.
Luego de la misa, regresamos a casa, mi mamá Amelia, mi hermana Gertrudis, mis abuelos, mi papá y yo. El almuerzo está preparado con anticipación, por las manos habilidosas de mi abuela. Mi papá invita también a nuestro vecino Lucas, que durante toda la comida, hace comentarios lujuriosos sobre nuestras vecinas, tías y toda mujer que se precie. Mi mamá se queja con mi abuela, porque frente a mi papá no se atreve, no tanto por los comentarios de Lucas, sino más bien por el gasto extra que supone a la economía familiar. Mención especial merece mi hermana Gertrudis, quien come y come todo lo que le sirven, y es capaz de robar de las porciones ajenas, si alguno se descuida. Mi abuela Sofía  cree que es por sus habilidades culinarias, no se cansa de decir que nadie cocina como ella, que nadie hace nada mejor que ella.
No puedo dejar de mencionar a mi abuelo, Don Evaristo, un hombre taciturno, inconforme con su destino de hombre común, quien dejo de hablarse hace muchos años con sus dos hermanos, Agustín un medico prestigioso, y Felipe un exitoso abogado.
Esta semana en una clase especial en la escuela la hermana Catalina nos habló de los siete pecados capitales, luego nos pidió una composición. Mi trabajo genero un severo sermón y un castigo de treinta padrenuestros. Tomé la firme decisión de convertirme al judaísmo.

REUNION DE FAMILIA por Luis Goren

(la consigna, elaborar un relato en el cual aparezcan por lo menos dos pecados capitales)




Estaban todos reunidos  alrededor de la mesa familiar. No faltó ninguno a la convocatoria, pues el Abuelo los había citado para anunciarles el destino de la cuantiosa herencia que se repartirían si como se suponia, el Abuelo estaba mas cerca del  arpa que de la guitarra; claro, eso no se comentaba, ni siquiera para sí mismo. Cada uno lo pensaba, nada más.
La sorpresa mayor, fué encontrar al Abuelo, sano y fuerte como un roble, y no fué menor la sorpresa, de enterarse que el Viejo vivía completamente solo, pues a medida que murieron los antiguos  servidores, no los reemplazó; lógicamente se tuvieron que preparar solos "algo para tomar", utilizando lo poco que encontraron en la cocina.Por todos lados se notaban signos de abandono, de falta total de ganas de hacer algo para que la vieja casona no se viniera abajo. Pero eso no importaba. Ninguno de los  convocados estaba alli para admirar la belleza de la casa, sino para saber a cuanto ascendía la fortuna que había  atesorado el Abuelo. Eran cinco los reunidos.
Juan el mayor: hombre gordo en demasía, vivía para comer, y se pasaba la vida investigando los mejore lugares del mundo; era capaz de viajar por veinticuatro horas para ir a comer a un lugar en Canadá que le habían recomendado.  Y para eso necesitaba mucho dinero.
Roberto le seguía: hombre de apariencia normal, pero que vivía de pleito en pleito porque era tremendamente susceptible, y como casi siempre lo encontraban culpable, necesitaba de mucho dinero para pagar las costas y demás.
Ignacio y señora: los dos cortados por la misma tijera. Vivían mirando a los demás y tratando siempre de superarlos en todo. Era un caso patológico y para mantener ese tren, hacía falta mucho pero mucho dinero.
Heriberto (Se hacía llamar Señor Jorge): pagado de sí mismo, siempre impecablemente vestido a la última moda, con un coche último modelo, y todos los chiches imaginables, para demostrar que era "alguien". Necesitaba toneladas de dinero.
María (pero decime Meri): mujer mediocre en todo sentido, que se desvivía por los hombres aunque a  estos solamente les interesaba el dinero que podían sacarle. Y como ella tenía un hambre de hombres insaciable, necesitaba todo el dinero que pudiera conseguir
Y así estaban, esperando al Abuelo que atesoró su fortuna ahorrando, hasta el extremo de no comer un huevo por no tirar la cáscara y que pasaba las horas sin hacer nada, aunque a su alrededor  todo se derrumbaba. Que situación señores, que situación.                                   

PECADOS CAPITALES por Shoshana Zaltzman

(la consigna, elaborar un relato en el cual aparezcan por lo menos dos pecados capitales)



Celestina Macedonia abrió una boutique en el shopping de Palermo. Invitó a todo el mundo a la apertura. Llegaron muchos famosos, políticos, actores, escritores y músicos. Todos vinieron a codearse con gente de la aristocracia a ver si salían en los sociales de las revistas de la semana.
Celestina encargó sándwiches de miga, bocaditos, masas y bebidas a la par de un stock muy exclusivo de vestidos, carteras, guantes y todo tipo de accesorios femeninos, casi todos importados de Europa (las etiquetas de "made in China" las eliminó previamente).
Lujuria se compró un vestido totalmente bordado en piedras de Swarovsky en color rojo fuerte; le quedaba tan lindo que hasta Soberbia, siempre tan enamorada de sí misma se lo elogió. Envidia se molestó tanto que adquirió un traje verde oscuro, paquetísimo con tal de hacerle sombra. Avaricia encargó dos pantalones y tres blusas, para lo que usó tres sueldos y  de nada sirvieron las peticiones de Gula, tragando tantos sándwiches como podía para que se midiera un poco en los gastos. Ira estaba de lo más nerviosa, ya que Pereza se sentó en un sillón y no quería acompañarla a ver nada.
La apertura del local fue un éxito. Los semanales señalaron el evento con fotos y comentarios. Se acabaron los sándwiches y los bocaditos, pero Celestina, decepcionada con lo que recaudó en la caja entendió que a los Pecados Capitales no hay que invitarlos, ellos llegan solos.