martes, 4 de enero de 2011

DOLOROSAS VERDADES por GLADYS GOLDSZTEYN


De pronto percibí aburrimiento reflejado en su rostro.

Me pregunté ¿por qué el matrimonio se convierte en rutina?... ¿Y el sexo pasa a ser un ingrediente desabrido, que solo busca descargar tensiones?...

-Dejémoslo por hoy-.- Si demuestras tan poco interés, ¡basta!-

-Ahora comprendo que estoy muy cansado de tu indiferencia-, me dijo.

Nos dimos vuelta de espaldas, y nos dormimos rápidamente para no pensar. La vida sigue en nuestro hogar como por costumbre, por inercia, yo diría. En eso saco cuentas de que no quiero hacerme cargo de mi realidad; eso sería reconocer de que hemos fracasado, y eso nunca lo querré admitir…

Recién hoy logré esclarecerme y decidí hablar: Fue en ese momento, cuando comprendimos nuestra falta de amor. Todo se desvaneció en estos años de convivencia. Y aceptamos nuestro empecinamiento cobarde, por seguir manteniendo esta unión inútil y desdichada. ¿Qué cosas nos atan?: Miedos al futuro, a los cambios, a comenzar de nuevo, y el egoísmo de no querer soltar al otro, y que siga su camino. Dejo mis pensamientos y miro tus ojos. No me atrevo, soy una cobarde y egoísta, sé que no me amas y que yo tampoco. Pero no quiero quedarme sola. Me escucho decirte ¡nos queremos! Y me miento y nos mentimos, sufrimos en silencio, por no asumir derrotas. Mientras la lluvia ciega los cristales que envuelven el alma.

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