sábado, 22 de mayo de 2010

GRACIAS DIOSES DEL OLIMPO por Leon Binder

(la consigna, elaborar un relato en el cual aparezcan por los menos dos pecados capitales)



En los seis años que estaba en “Sapir “nunca le había pasado nada igual.
Ese era el tiempo que llevaba impartiendo sus cursos de verano sobre dioses de la mitología griega y romana.
Entrecano, con un cuerpo bastante bien formado (gracias a su vida ordenada y algo de ejercicio), a sus treinta y ocho años, soltero, Ioram podía decir que vivía una vida feliz y sin sobresaltos ya que hacía lo que le gustaba. 
En esta ocasión su curso había crecido de tal forma que debió dividirlo en tres, cosa que lo agotaba pero le producía gran satisfacción.
No existía ningún parámetro para integrar sus aulas, o sea que en ellas se podían encontrar jóvenes de veintidós o veintitrés años con señoras o señores de más de setenta.
Pero era en el “C” donde le pasaba algo extraño. Entre los alumnos había tres jovencitas veinteañeras, que vivían en la cercana Beer Sheva y acudían juntas a su cátedra. Hasta allí no había nada de raro, salvo quizás su interés desmedido por algunos de los dioses citados y que a él sus preguntas le ocasionaban una sensación particular.
Así cuando Ioram dedicó por ejemplo su clase a Dionisio (Baco) hijo de Semele y Zeus, dios del vino y la agricultura, amable con quienes lo honraban, pero que daba locura y destrucción a quienes despreciaban sus rituales orgiásticos, las chicas se reían entre sí y al mirarlo.                    
Cuando le toco el turno a Afrodita Pandemos, diosa asociada con el amor físico, de la cual se decía que sus seguidoras practicaban la prostitución religiosa en santuarios y templos, llamadas en lugar de prostitutas “Hieródulas” (siervas sagradas), las tres realizaron preguntas bastante subidas de tono, que él contesto con altura, no prestándose a lo que consideró un juego de adolescentes.
Pero la vez siguiente no le fue tan sencillo, ya que el tema fue la isla griega de Lesbos, una de las mas cercana a Turquía, cuna de la poetisa de la antigüedad “Safo” cuyos poemas describían su amor apasionado hacia sus compañeras (de allí el origen de la palabra lesbianismo) las jóvenes en cuestión entre bromas y risas volvieron a acribillarlo a preguntas.
Finalizada la clase, una de ellas, Samantha, una pelirroja pecosa de muy buen cuerpo, se le acercó para hacerle otras preguntas, ofreciéndole luego llevarlo hasta la ciudad.
Durante los veinte minutos del viaje la conversación giró sobre la clase, haciéndole las jóvenes todo tipo de preguntas. Al acercarse a destino Samantha, que por lo visto era la más lanzada, le invitó a tomar algo con ellas.
No dudo en aceptar, pensando que se dirigirían a algún bar, más fue grande su sorpresa cuando entraron en el estacionamiento de un edificio y lo invitaron a subir a un departamento.
Instalado en un cómodo sillón, dentro de un ambiente elegante y cálido, las chicas se retiraron a preparar algo de tomar.
A los pocos minutos, tres mujeres envueltas en velos transparentes que dejaban ver cuerpos magníficos sin ningún obstáculo, llevando en sus manos bandejas con toda clase de frutas frescas y secas, licores y algunos bocadillos, entraron y se arrodillaron a su lado, pidiéndole que se pusiera cómodo, en cuanto a su ropa, rogándole a la vez hacer una clase práctica de todo lo que él enseñaba.
Ioram no salía de su asombro, más no podía resistirse a todo ese derroche de belleza física y gastronómica, y al instante era alimentado por las tres diosas de carne y hueso, que se llamaban a si mismas,”Hieródulas”, que con caricias y suaves movimientos daban de comer a este “Hefesto” moderno.
La bacanal no duro más de diez minutos siendo seguida por una orgía que haría palidecer al mismísimo Baco.
Los cuatro cuerpos desnudos se sumergieron en una loca lujuria sin límites y sin prohibiciones, buscando cada uno de ellos satisfacer hasta sus fantasías más anheladas tratando de gozar y hacer gozar al otro sin escatimar esfuerzos.
Ninguno tenia idea del tiempo trascurrido, pero agotados, con sus cuerpos bañados en transpiración y jugos propios y ajenos, formaban en un rincón del salón, abrazados y entrelazados, la más bella escultura ofrecida jamás a uno de sus dioses tan queridos. 
Al día siguiente Ioram presentó su renuncia indeclinable a su cátedra.

                             
N.A.: Sapir : Facultad privada de la ciudad de Sderot
      Hefesto : El más feo de los dioses greco-romanos

2 comentarios:

A.R.N. dijo...

este es el leon que estamos acostumbrados a leer...

David dijo...

Me gustó tu trabajo: está bastante elaborado, pensado en función de la consigna del taller, investigado y puesto en la realidad israelí. Y si me permitís, otro par de cosas: por estas latitudes parece haber un montón de ´"hiérulas" y discípulos de Baco. Hefestos, por su parte, era considerado el dios del infierno (digamos, el tipo entre otras cosas, andaba siempre caliente).