viernes, 4 de junio de 2010

EVOCANDO UNA MUERTE por David Adelson


Después de un largo y plácido recorrido por la brillante luz que silenciaba todo ruido y molestia, pude evocar el fin de todo. Fue desagradable: lo último que recordé fue el click del revólver amartillándose y, cuando quise darme vuelta para ver, sentí un terrible empujón y el ruido del balazo.
Antes de irme percibí mi cara aplastada contra el piso. Ni me dí cuenta de que me había desplomado. Unos zapatos, de los que salían unos tobillos, se me acercaron lentamente mientras crecía mi sorpresa e ira. Pero la conciencia me abandonaba... Creí oir otra explosión mientras me alejaba más y más, y pasaban ante mis ojos –como en una veloz película- todos los hechos de mi vida. Eso fue todo. Ni siquiera hubo tiempo para sentir dolor.

Ahora llegué al final de la espléndida luz, en medio de una armonía y una paz que nunca antes había experimentado. Miro para atrás y me veo tirado en el suelo, lleno de sangre. Estoy solo. Mi asesino se fue. Sólo un gato se acerca a olfatearme. Su curiosidad lo sobrepone al miedo. Sabe que está frente a un cadáver aún caliente y lo está examinando.
Vuelvo a mirar para adelante. Estoy en una estancia muy iluminada y sagradamente silenciosa. No tengo cuerpo, ni órganos, pero veo y siento. Y recibo un mensaje. Es un veredicto y está relacionado con ese rápido transcurso de hechos de mi vida que visualicé antes de morir. Siento que estoy de acuerdo con esa decisión. No me parece injusta. Al contrario.  Ahora deberé aguardar pacientemente. Serán dos dias, para comenzar. Sé que me visitaré en mi velatorio. Auscultaré las caras de los presentes. Sus expresiones y palabras me harán reflexionar. Luego acompañaré al cortejo fúnebre, seguiré la ceremonia final y volveré aquí a esperar el tiempo restante. Lo utilizaré para extraer conclusiones sobre mi vida y su final. Tomaré en cuenta lo escuchado sobre mi persona en esas conversaciones "sotovocce". Y cuando llegue -algunas horas después- el momento, iniciaré mi regreso. Iré allá abajo y, segundos antes de entrar en el embrión de vida que será creado, con el que creceré dentro de esa panza materna, olvidaré formalmente mi vida pasada. Iniciaré otro ciclo terrenal que procuraré no termine violentamente.

1 comentario:

Gabriela Szuster (Gamyr) dijo...

Muy buen relato sobre la reencarnacion. Te felicito David.