miércoles, 7 de marzo de 2012

Rutinas rotas- Gabriela Szuster

Julia y Cesar llevaban varios años de casados. Su vida era armónica, transparente, sencilla. Aquella tarde tomaban el te en la terraza de la casa, disfrutando de la bondad del día. Cesar, mientras se desajustaba el nudo de la corbata, sorprendió a  su mujer con una propuesta insólita. A tal punto que Julia se atragantó con la bebida, generando un gran revuelo.
Nunca hubiera imaginado que su marido, tan serio y formal podría salir con algo así. En un principio descartó la idea  indignada, ofendida, pero a medida que lo pensaba algo dentro de si misma se iba abriendo, como los pétalos de un flor, algo que le permitía fantasear, generando un tibio calor que la hacía temblar. Una semana, con sus días y sus noches fue el tiempo que necesitó Julia para aceptar. La larga lista de dudas fueron tachadas de su mente, ganando la batalla la curiosidad, el deseo.

El encuentro era esta noche. A las diez. Música, velas, media luz. Llegaron dos. Uno era joven, el otro más maduro. La ayudaron a desvestirse, tocando, manoseando, invadiendo. Cesar miraba extasiado, fascinado, imbuido de nuevas y placenteras sensaciones. Julia  tímidamente al principio, inhibida, fue desprendiéndose de sus ropas junto con sus miedos, prejuicios y temores. Comenzó a sentir, vibrando con cada caricia, abriendo grandes sus ojos ante la mirada atenta de Cesar, descubriendo un universo de placer desconocido, arrollador. Incrédula ante tanta intensidad, se permitió disfrutar de cada beso, cada mano que tocaba su cuerpo, cada suspiro que exhalaba, pidiendo a gritos más y más. Julia despertó sus sentidos dormidos, naciendo, pujando, arrullada por la complicidad de Cesar que disfrutaba tanto como ella.
Un nuevo mundo se abrió ante sus ojos, sensaciones desconocidas de placer inigualable, éxtasis que envolvía a todos, como una película que estaban viviendo, sin ser ellos, y a la vez sintiéndose increíblemente vivos, como nunca.

1 comentario:

NANCY dijo...

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