martes, 24 de abril de 2012

Media hora Shoshana Saltzman

En media hora llego. Seguro me está esperando. Hace un mes que no lo veo. ¡Entre mi trabajo en el hospital con los turnos tan agobiantes y su servicio militar que no sé cuándo se va a terminar, no nos encontramos tanto tiempo!¡ Me muero por verlo, lo extraño!¡ Treinta días sin acariciarlo, treinta noches sin amarlo, lo extrañan mis labios que quieren besarlo, mis manos que quieren abrazarlo, mi ser entero que quiere sentirlo! En media hora estará en el andén, esperándome, ansiándome… Sólo media hora, después su aroma, sus besos, sus caricias, su amor…
No tengo paciencia. Menos mal que conseguí asiento del lado de la ventana, hay mucha gente. Alguien me está clavando los ojos. Me mira descaradamente. Está sentado frente a mí. No me animo a mirarlo directamente, no quiero encontrar su mirada. Bajo la vista. El pantalón parece fino, los zapatos impecables. El perfume embriagante. ¿Quién será? Se me ocurre un veterano distinguido, aristocrático. Mi mente empieza a volar, no lo puedo evitar, su cercanía me perturba. ¿Quién es? ¿Por qué me mira así? ¿Qué quiere? Me rozó la pierna… ¡qué atrevido!...
_ Disculpe, lo siento.
_ No es nada. (¡Que voz varonil tiene el veterano!)
Seguro tiene algunos años menos que el tío Fernando, pero ya pasó los cincuenta.
Falta un cuarto de hora. No me saca la vista de encima. Lo siento sin mirarlo. ¿Qué poder tiene este intruso sobre mí? Otra vez me roza, no se disculpa, yo no me quejo, al contrario, me gusta. Diez minutos y llegamos. No me dice una palabra, yo tampoco. Me sigue mirando. En cinco minutos llegamos. El tren entra a la estación. La gente baja. Yo estoy petrificada. Me toma de la mano y nos perdemos en la muchedumbre. Cuando por fin lo miro a los ojos me doy cuenta que ya es tarde. En media hora me cambió la vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me cambiaron la vida en tres minutos.