domingo, 13 de mayo de 2012

Cartas de amor I Emilio Feler


Hola Marcela

Cuando el mozo del bar, que me conoce, me vio escribiendo esta carta, pispeó y me dijo, por que no le hablas por teléfono, Bécquer.
Siendo que es la cuarta carta que te escribo, no sería hora que me dieras tu número de teléfono o celular.
Otra vez, y va la tercera, que nos citamos y no venís. Cada mujer que entraba en la confitería, en las seis horas que esperé, yo la miraba, comparando con tus fotos, que me has dado, y me acompañan en todos los momentos de mi vida.
Quiero que me seas sincera, yo no estoy dispuesto a abandonarte, pero si lo que te retrae de mí, es la ablación, de la que te he contado en mi primera carta, que fue en un momento de desesperación, de mi vida, antes de conocerte, y para la que no tengo remedio, con todo mi dolor, intentaré olvidarte.
Me decís, que en algunos momentos se te van cosas de la cabeza. Pues a mí me pasa algo parecido con tus cartas  y las mías. Se me escapa, cuando las envío, y cuando recibo las tuyas.
Querés que confíe en tu amor, pero no me permitís llamarte, y por alguna razón no logramos encontrarnos. No quiero pensar que estás jugando conmigo. Sería un golpe frustrante, y tampoco sería el primero, pues ya te he contado del que casi cambia mi destino y camino en la existencia.
El municipio, me ha encargado, pintar un mural en el patio interno de una escuela de su jurisdicción, y en eso estoy trabajando. El problema, es que la obsesión de encontrarte no me permite concentrarme en mi trabajo creativo.
Ayer el que no vinieras, una vez más, me quitó las ganas de todo, y ni dormir pude.
Van Gogh en su locura se cortó una oreja. Yo he decidido, que la próxima vez que  nos citemos y no vengas, me cortaré un dedo. Te lo juro. Si querés evitarlo, no me engañes más. Déjame o que nos encontremos.
No puedo más, no puedo más.

Marcelo




Mi querido Marcelo

No te doy los números que me pedís, hasta que pueda confiar plenamente. He sufrido muchos desencantos.
No sé qué pasó conmigo en la última cita que debíamos haber tenido. Como en las otras, salí de casa, con rumbo al lugar del encuentro, y lo próximo que recuerdo es la media mañana del día siguiente, que estaba llorando en la cocina de casa.
De la ablación que has sufrido, y de la que tan valientemente me has contado, prefiero no abundar. Eso lo entendí desde el primer momento, y estoy segura que con nuestro amor, y quizás alguna prótesis, que entiendo hay de todo tipo lo subsanaremos.
Se me siguen volando las cosas de mi mente. He ido de vuelta al psiquiatra, del que te conté. Me dijo que tengo un grave desdoblamiento de personalidad y que él quisiera conocerte. Te adjunto su tarjeta, para que te pongas en contacto con él. El está seguro que podrá ayudarnos a ambos.
Tenés que desarrollar tu arte. He ido a ver otros murales tuyos, a las direcciones que me has dado, y veo en tus trabajos un realismo hiriente, con una crítica social acusante
Yo no quiero ser una traba en tu labor artística, más bien quisiera ser una musa motivante.
Por favor dejá de sufrir. Mañana estaré tomando el té a las seis en el mismo lugar en que debíamos habernos encontrado las otras veces.
Un beso

Marcela

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