lunes, 21 de mayo de 2012

Cartas de amor IV Shoshana Saltzman


                                                                                                  Polonia, 14/5/40

Querida Malke:
                   Espero que esta carta llegue algún día a tus manos. Es una de las pocas cosas que me mantienen vivo: pensar que la recibirás.
                   Quiero decirte que entre el frío de los días y el del corazón lo único que me da un poquito de alegría, por así llamarlo, es la foto tuya que conservo en un bolsillo oculto de mi sobretodo. La tengo bien doblada y a veces, cuando hacen revisaciones la oculto en la boca. Cada vez que puedo la miro y el amor que siento por vos se acentúa más, cuando veo tus ojos tengo ganas de vivir, cuando veo tus labios me recuerdo esos besos dulces que saben dar, cuando te veo, a la luz diminuta de una vela, a escondidas, pienso que tal vez alguna vez vuelvas a estar conmigo y entonces ya nada nos separará…
                   Quiero confesarte que a pesar del infierno en que vivo, mi amor por vos no cambió ni cambiará, solo aumenta.
                   ¡Que lástima que no viajé con vos a Palestina! ¡Tanto trataste de convencerme! ¡Ahora ya es tarde!
                   Si no volvemos a vernos, sabé que te amo más que a nadie en el mundo y que sos el único motivo de mi vida.
                   Hasta siempre.

                                                                                                 Sruli 



                                                                                      Tel Aviv, 25/4/2012

Querido Sruli:
                   Acabo de leer tu carta, de ver la foto mía de mi juventud. ¡Cuantos años pasaron! ¿Por qué no aceptaste subir conmigo al barco que me trajo a Palestina? ¿Por qué tuviste que sufrir tanto? Decías que Dios no abandonaría a nuestro pueblo, que nos ayudaría. ¡Si supieras todo lo que Dios no vio, lo que no hizo!
                   Vivo en Israel desde entonces, me casé, tengo tres hijos, seis nietos y dos bisnietos. Elegí por la vida. Pasé muchas noches llorando, pero opté por la vida. Mi hijo mayor se llama Israel, fue mi modo de honrarte.
                   Cuando vi mi foto en el diario, donde contaron tu historia en el día del holocausto, me dirigí a Iad Vashem y logré dar con Shmulik, tu sobrino, el hijo de Surele, tu hermana mayor que logró llegar a Israel. Tiene tus mismos ojos, se emocionó mucho al verme, yo también. Él es abuelo, parece un buen hombre.
                   En cada acontecimiento importante estuviste conmigo, por eso te escribo, por que se que estas ahí, escuchándome.
                   Yo también te amo, te ame siempre, no te traicione, solo quise vivir.
                   Tuya.

                                           Malke

No hay comentarios: