lunes, 30 de agosto de 2010

PROPOSITOS PENDIENTES por Polly Cordoval

¿Qué me espera? – me preguntaba, mientras me acomodaba en mi puesto, y estiraba los pies,  buscando  desentumir las articulaciones.   Me apoyé ahora del lado izquierdo y moví  la mano.  Me sentía apretado así que estiré el cuello buscando mayor libertad.  La hora de la verdad se acercaba y yo, nervioso,  me movía incontrolable. Durante largos e interminables  meses  de preparación, mi mente trabajaba sin parar.  Había hecho  una larga lista de  propósitos a  realizar.  En alguna sesión, hablamos entre todos los compañeros acerca de los problemas existentes y quedamos de acuerdo que  cada uno pondría  de su parte para hacer algo por cambiar la situación.   Esta vez, me prometía, iba a ser muy constante  y cumplir con las metas. Seguía moviendome inquieto, cuando sentí  un fuerte apretón sobre la cabeza.  Algo me empujaba con fuerza, y yo intenté resistir.  La presión aumentaba y yo sentía que me ahogaba.  Cuando se agotaron las fuerzas, me dejé llevar  por la corriente.   De repente todo cambió y el medio ambiente conocido desapareció.  Algo me golpeó en el trasero y quise reclamar, pero de mi boca sólo salió un hosco ¡buahhh! ¿Buahhh? , que buahhh ni que ocho cuartos,  Otro intento por hablar y seguí escuchando mi  voz irreconocible. Me quedé en silencio, observando en donde estaba.  Las caras de algunos desconocidos asomaron, y empezaron a hablar estupideces.   "Cuchicú, agú, puchi puchi".  ¿Será algún idioma raro que no conozco?   Esperé un rato  y me pasaron a otras manos y de ahí al cuerpo de una mujer, que comenzó a besarme y abrazarme... No me llevó mucho entender la situación.  ¡Ella era mi madre, y yo, acababa de nacer!

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