sábado, 25 de diciembre de 2010

ARGENTINA 1942 por VERA WINITZKY

                       

Esta es la historia de Juanito, un niño como cualquier otro. Estudioso,

aplicado y obediente. Educado en un hogar ejemplar, pero sin ninguna

religión. Su apellido Grinberg, de origen judío no significaba nada para él.

El día del Perdón se presentó, por su ignorancia, en su escuela como todos

los días. Sus compañeros lo recibieron a los gritos. ¿Cómo venís a estudiar

hoy, si todos los de tu religión están ayunando y rezando? Anonadado,

asombrado, atontado y culpable se retiró tristísimo a su casa.

Llorando, le preguntó a su mamá: ¿Yo soy judío? Con gran veracidad la

mamá le respondió: Si, sos judío. Yo soy judía y tu, mi hijo también lo eres.

Pero nuestra familia es atea.

Juanito se retiró a su cuarto lloroso y pensativo sin emitir palabra. Allí quedó

pensando varias horas. El, quería tener fe en algo y pertenecer a la religión

de la tradición familiar.

Amargado y queriendo encontrar su verdadera identidad, se dirigió a Moshe

el rabino de la sinagoga de su barrio. Le contó con lágrimas en los ojos el

conflicto que lo acosaba. El Rabino con toda su sabiduría y paciencia lo

tranquilizó y le dijo que con tiempo y voluntad lo iba a encaminar en la

religión que le correspondía y él deseaba.

Comenzó sus estudios religiosos para volver a sus raíces.

Y en eso anda Juanito, probando formas de mirar y concebir el mundo.

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