miércoles, 22 de diciembre de 2010

Y AHORA...¿QUÉ? por SARA RAWICZ



Esta es la historia de Juanito, un niño como cualquier otro.

Juanito era el tercero de los cuatro hijos del matrimonio Romano; una familia modesta, que vivía en una casa humilde del gran Buenos Aires, con piso de tierra apisonada y muebles bastos, pero muy pulcra y ordenada; la mesa de la cocina de tanto fregarla con el cepillo lucía como recién lustrada.

De su padre, un judío devoto, adquirió los conceptos de honestidad y rectitud. De su madre, una mujer sufrida y analfabeta, capaz de utilizar el mismo hueso para hacer una sopa dos días seguidos, para que no falte un plato de comida, aprendió la obligación del trabajo y a economizar el peso.

Desde muy chico salió a trabajar; vendía golosinas y chucherías en las calles.

Era menudo, de cabellos oscuros y ojos vivaces. No sobresalía por su inteligencia, pero sí por su picardía y habilidad en la venta de las menudencias.

A la escuela faltaba un día sí y otro también. A los tropiezos, empujones y algún regalito, logró terminar la primaria.

Juanito creció, y juntando peso a pesito consiguió establecerse con un kiosco, donde vendía los mismos artículos que antes en las calles.

La lectura y escritura no se le daban muy bien, pero para los números y las cuentas era un campeón; no necesitaba calculadora.

Se convirtió en un joven atractivo y buen bailarín, al mismo tiempo que engreído y fanfarrón. A los clubs de barrio donde iba a bailar, las chicas se lo disputaban; a él, le divertía.

Al cumplir los treinta años se consideraba un triunfador. Ganaba bien, se divertía, tenía amigos, chicas no le faltaban.

Pero… ¿Era suficiente? Su yo interno le decía que no.

Y en eso anda Juanito probando formas de mirar y concebir el mundo.

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