miércoles, 29 de diciembre de 2010

EL SUEÑO DE JUANCHO por LILIANA OSTROVSKY


Juancho era muy alto, flaco, sus piernas parecían dos fideos y sus brazos caían a los costados del cuerpo de manera tal que siempre parecía desgarbado y sin gracia. Su mirada era serena y transparente. Él, no se metía con nadie. A él no lo querían, lo rechazaban, se burlaban, se reían de su cuerpo, salvo Pedro, eran bastante amigotes.
Era socio del club del barrio, un apasionado del futbol, andaba siempre con la pelota, pero no lo querían ni probar. El entrenador, Pereyra, había llegado al club por acomodo de un miembro de la comisión. Era altanero y soberbio, y, se convirtió en el portavoz de todos. Decía que el equipo debía hacer muchos méritos para seguir en pie y que Juancho no servía para nada, no era de confiar.
No obstante, Juancho miraba desde la tribuna, pero nada, le daba tanta rabia que a veces volvía a su casa llorando. Hasta su padre fue a hablar para que le hicieran por lo menos una prueba, pero nada. _ A su hijo se lo ve muy torpe, siempre la misma respuesta.
Una tarde mientras practicaban, uno de los chicos cayó, con tanta mala suerte, que terminó enyesado por fractura. Faltaba uno. El silencio lo decía todo, ya que todos pensaban en Juancho, nadie se animaba a hablar. Pedro lo miró a Pereyra:_Dale, probalo, que perdés? Aún sin reemplazo, se seguía negando._Ese torpe de cuarta, no puede ni correr, no sabe nada.
El partido a jugar se acercaba, Pereyra cedió, Juancho fue probado.
Su alegría era tan grande, el deseo de entrar a una cancha... la noche anterior casi no durmió, se despertaba, practicaba saltitos, picaditos, se acostaba, soñaba.
Para sorpresa de todos, Juancho jugaba bastante bien, no se lo esperaban. Pereyra no lo quería reconocer, no daba el brazo a torcer._Vamos flaco, movete, corre más ligero, lo perseguía, le gritaba, lo humillaba. A Juancho no le importaba, estaba cumpliendo su sueño.
El día del partido, Juancho, a pesar de sus piernas largas, jugó bien, no hizo goles, pero sí pases interesantes para que otros los hicieran.
En los vestuarios del club, Pereyra no sabía como disculparse._Te hice sufrir pibe, me hice eco de habladurías, me dejé llevar, disculpame, disculpame. Podes estar en el equipo. Estaba avergonzado.
Juancho sintió un calor en todo el cuerpo, se acomodó el pelo...gracias, muchas gracias.
Esa noche acariciaba su pelota, se empezaba a cumplir su sueño, su deseo pudo más.

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