jueves, 18 de marzo de 2010

CAPERUCITA ROJA por Gabriela Szuster


(la consigna, reescribir el tradicional cuento de Caperucita Roja, bajo el punto de vista del narrador omnisciente, de Caperucita y del Lobo)












Caperucita Roja- narrador omnisciente
















Había una vez una niña que siempre vestía una capa de color rojo, por lo cual todo el mundo la llamaba Caperucita Roja.






Un día su mamá le pidió que llevase unos pasteles a su abuela que estaba enferma y  que vivía al otro lado del bosque, recomendándole que no se distrajera por el camino ya que por allí solía acechar el lobo.




















Caperucita Roja tomo la canasta que había preparado su mamá y se puso en camino, sin saber qué peligro la acecha.














A mitad de camino se encontró con el lobo, quien para su sorpresa se mostró amable y educado, y no la asustó en absoluto. El lobo le preguntó hacia donde se dirigía, y una vez satisfecha su curiosidad, le indicó un atajo para que llegara más rápido a ver a su abuelita. Lo que Caperucita ignoraba eran las verdaderas intenciones del lobo. Caperucita Roja tardó bastante más tiempo en llegar a la casa de su abuela, y lo atribuyó a sus constantes distracciones. Se detuvo a recoger flores para adornar la casa, a mirar el vuelo de unos pájaros, y a jugar con unas ardillas. Caperucita no imaginó siquiera que el lobo no la había enviado por ningún atajo, sino todo lo contrario. Mientras tanto el lobo, se fue a la casa de la abuelita, y esta lo hizo pasar pensando que su nieta había llegado. Grande fue su sorpresa al ver al lobo junto a su cama y sin darle tiempo a nada, el lobo se la comió. Rápidamente el lobo se vistió con ropa de la abuelita, se coloco las gafas que estaban en la mesita de luz, y una cofia que encontró por allí, y se metió en la cama, para esperar a caperucita roja. Al rato llego Caperucita, y notó muy cambiada a su abuela. Así que exclamó:- abuelita, ¡que ojos mas grandes tienes! -Son para verte mejor- dijo el lobo tratando de imitar la voz de la abuela. -Abuelita, que orejas grandes tienes, a lo que el lobo contestó, -son para oírte mejor. -Abuelita, ¡que dientes grandes que tienes !, y el lobo contestó :-son para comerte mejor, y en un segundo se devoró a Caperucita, como había hecho con la abuelita. Un cazador, que pasaba por ahí, se acerco a saludar a la   abuelita, y se encontró con el lobo roncando ruidosamente después del gran banquete. El cazador abrió la panza del lobo con su cuchillo y rescato vivas a Caperucita Roja y su abuelita. Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.




























Versión del lobo
Voy a dar una vuelta por el bosque, esta siesta me despertó el apetito. Laralalalala, que veo por allí. Oh, oh, algo rojo y sabroso se acerca. Se me está haciendo agua la boca. Esta me la mandó el cielo, es una niña ridículamente vestida, pero tiene un aroma delicioso. Veremos cómo hago para manducarla sin hacer mucho alboroto.  - Hola niña que haces por aquí?  -Oh que interesante, -¿Tu abuelita está enferma? -Debería  comerme a las dos y así no levanto sospechas. -Te conviene tomar ese atajo, así llegas más rápido -Me encanta la ingenuidad de esta niña, ¡qué fácil que es esto! Laralalala, veamos cómo me recibe la abuela. Oh, oh, la abuelita me hizo pasar, papita ¨pal loro-. Ñam, ñam, esta buena la vieja, pero me imagino que la nena será más sabrosa, carne tierna, se me hace agua la boca. -Me voy a disfrazar de la abuela, no es que nos parezcamos en algo, pero así ganare tiempo. -snif, snif, huelo carne fresca, ¡llegó la nena! Cuantas pavadas debo decir, - si para verte mejor, - si para escucharte mejor, - siiiiii, para comerte mejor, ñam, ñam. Que sueño que me agarro, me voy a dormir un rato.
Versión caperucita
Debo ir a ver a la abuela que está enferma, y de paso tomo un poco de aire fresco. Mamá y sus recomendaciones, siempre pensando que algo malo va a pasarme. ¿Serán así todas las madres? Oh, ahí veo al lobo, y ¡se dirige hacia mí! ¿Tendrá razón mamá? En absoluto, ha sido de lo más amable. Me indicó un atajo para poder llegar más rápido. Tengo que decirle a mamá que no hay que ser tan mal pensada. ¡qué lindas flores! Voy a llevarle algunas a la abuela para que se ponga contenta. Y cuantas ardillas. Y pájaros. Mejor me apuro, ya me distraje bastante y estoy tardando mucho. Ya llego, está la puerta entreabierta. Qué raro. Abuelita, ¡ya llegué! ¡Que rara esta la abuela! – abuelita, que orejas tan grandes tienes. Y que ojos tan grandes tienes. Y que dientes tan grandes tienes. Oh. Oh, creo que mamá no había exagerado nada, el lobo me etá por comeeer...

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