martes, 30 de marzo de 2010

EL MUERTO EN LA COLINA por Nelly Shejter

(la consigna, elegir SEIS párrafos del relato de Jorge De Abreu "El muerto en la Colina", en un nuevo relato). 



Salió de la librería contenta como un niño con zapatos nuevos: ¡por fin había conseguido el ejemplar detrás del que estaba hacia tanto tiempo! ”El muerto en la colina” (memorias de guerra, ultimo “best- seller” del famoso Ernest Henay). Apenas llego a la casa se acomodo para leer, dispuesta a devorar paginas, capítulos. Leyó: iban a la guerra y pretendían olvidar su existencia. Luchaban, morían y en un fugaz instante final comprendían su destino. No sabía por qué, pero el relato comenzó a apenarla hasta el llanto, quizás porque le hiciera recordarlo. Continuó: era un muerto muy singular, ya nadie recuerda desde cuando. Pero ella sí recordaba, no el tema del texto pero sí su propia historia. Retomó la lectura y al llegar al capitulo siguiente…otra vez la comparación melancólica: Él, recostado en el suave declive, observaba con las cuencas vacías de sus ojos, la alternancia del sol y de la luna durante incontables ciclos. Era como un “recuerdo viviente”, como si lo tuviera frente a ella, sus ojos, el sol, la luna alternándose durante las veinticuatro horas del día. ¿Que estaba haciéndose? Seguir con la lectura sería enfermizo, pero de todos modos sentía interés y necesidad por continuar. No podía dejar, era algo más fuerte que ella misma y…seguía leyendo. Quedó alli, tendido en la suave pendiente de la colina,junto a muchos mas, junto a cientos de cuerpos mutilados. Otra vez lo imaginaba tendido en la colina, junto a todos los demás. Era como un “recuerdo viviente”. Si: ya dudaba entre la realidad y lo que le habían contado. Teresa tenía el rostro de Juan Carlos como si lo tuviera frente a si, con el cuerpo tendido en la colina. Entro en una somnolencia incontrolable, mas que eso sopor. No tuvo control del tiempo que había pasado. El libro se le había resbalado de las manos y cuando despertó de golpe, lo recogió y hojeo mientras buscaba el punto donde había interrumpió la lectura. Su presencia atrajo a filósofos y escritores, pintores y ceramistas, hombres de ciencia y sacerdotes. ¿Qué era lo que estaba leyendo? Buscaba sin lograr; comenzó otro capitulo, ¿habría salteado algún detalle importante, o se trataba de alguna falla de la edición? Pues ya no comprendía lo que leía. En la colina, su mano placida yace extendida, abandono su espada; entre sus dedos crece la hierba y el persiste. Decididamente no era el tema más indicado para que Teresa leyera a tan poco tiempo del final trágico que le ocurriera a su Juan Carlos.

1 comentario:

David dijo...

Está buena esa narración doble a partir del ejercicio propuesto. Están manejados inteligentemente los dos planos narrativos.